Hasta un 19% de la superficie terrestre mundial se vio afectada el año pasado por una sequía extrema en un mes determinado, cuando ese fenómeno no había superado un 13% entre 1950 y 1999.
Éste es uno de los datos incluidos en el sexto informe anual de ‘The Lancet Countdown’ sobre salud y cambio climático, firmado por casi un centenar de autores pertenecientes a 38 instituciones académicas y agencias de la ONU, y publicado este jueves en la revista ‘The Lancet’.
El informe rastrea 44 indicadores de impactos en la salud directamente relacionados con el cambio climático y muestra que las tendencias clave están empeorando y exacerbando las desigualdades sociales y de salud ya existentes, sobre todo en comunidades expuestas a la inseguridad alimentaria e hídrica, las olas de calor y la propagación de enfermedades infecciosas.
Los autores consideran necesario actuar de manera urgente para integrar la mitigación del cambio climático en los planes de recuperación de la Covid-19, combatir las inequidades mundiales en salud y construir un futuro sostenible. El informe ve la luz antes de que Glasgow (Reino Unido) acoja la Cumbre del Clima (conocida como COP26) a partir del próximo 1 de noviembre.
Así como el mundo no logra entregar un suministro equitativo de vacunas contra la Covid-19, los datos del informe ponen de relieve desigualdades similares en relación con la respuesta mundial al cambio climático, pues los países más bajos en el índice de desarrollo humano suelen ser los menos responsables ante el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y, sin embargo, los más rezagados para combatir la crisis climática y sus riesgos asociados a la salud.
Los autores apuntan que el cambio climático está generando un aumento en la frecuencia, intensidad y duración de las sequías, lo que amenaza la seguridad hídrica, el saneamiento y la productividad alimentaria, y aumenta el riesgo de incendios forestales y la exposición a contaminantes.
Los cinco años con las áreas más afectadas por sequías extremas llegaron desde 2015. El Cuerno de África, una región azotada por sequías extremas recurrentes e inseguridad alimentaria, fue una de las zonas más perjudicadas en 2020.
Además, el cambio climático amenaza con acelerar la inseguridad alimentaria, que afectó a 2.000 millones de personas en 2019. El aumento de las temperaturas acorta el tiempo en el que las plantas alcanzan la madurez, lo que implica menores rendimientos y una mayor tensión en nuestros sistemas alimentarios. El maíz sufrió una disminución de un 6% en el potencial de rendimiento de los cultivos; el trigo, del 3%, y el arroz, del 1,8%, en comparación con los niveles registrados entre 1981 y 2010.