Así consta en un informe, al que ha tenido acceso Servimedia, elaborado por cuatro profesores de la Universidad Politécnica que conforman el equipo de ‘Modelo matemático dinámico para facilitar decisiones críticas calculando consecuencias futuras de actuaciones realizadas’, coordinado por Rafael Cascón.
Este grupo de ingenieros ha analizado los datos oficiales de fallecidos por coronavirus durante la quinta ola y lo ha comparado con los registros de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística (INE), con el fin de medir el exceso de mortalidad por la pandemia con respecto a otros años.
Los resultados arrojan que, durante las 9 semanas de mayor mortalidad de la pasada quinta ola (del 19-julio al 19-septiembre), se produjeron 11.442 decesos más de los habituales en las mismas fechas de los años previos a la pandemia, lo que supone un significativo incremento del 18%.
Las muertes con Covid-19 diagnosticadas durante el mismo periodo fueron 4.355, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad que dirige Carolina Darias. Por eso, los expertos recomiendan “conveniente investigar las causas de esa elevada mortalidad” para comprobar si directamente se deben a casos de coronavirus “no identificados” o si son frutos de “causas independientes de la enfermedad” para “intentar remediarlas si se repitiesen”.
Para ello, no se trata de algo casual porque “el exceso de mortalidad relativa a la población durante este periodo en España ha sido significativamente superior al del resto de los países de Europa” y apuntan que el alto número de fallecidos durante la quinta ola en verano puede estar derivado de la “flexibilización de medidas en periodos de estabilidad” contra la Covid-19, como “la retirada de la obligación de mascarillas” en espacios abiertos.
De hecho, sostienen que el anuncio que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, realizó antes de acabar el mes de junio para dejar de emplear la mascarilla en la calle pudo “contribuir a un alza posterior significativo en el número de contagios, cuando se unen otros factores perjudiciales”.
Finalmente, el informe de este equipo recomienda avanzar en la protección de la población con “el refuerzo con la tercera dosis de vacunación en los grupos más vulnerables, transcurridos 6 meses de la administración de la segunda”, al entender que puede contribuir a “paliar el efecto observado de atenuación de la eficacia de las vacunas” y, en consecuencia, “evitar los perjuicios ante un posible repunte futuro”.
