Unos siete millones de granjeros en Afganistán están afectados por la sequía, por lo que es necesario ampliar la asistencia alimentaria, advirtió la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en medio de la tensa situación política que se vive en el país tras la vuelta al poder de los talibanes.
«La FAO ha pedido ampliar la asistencia humanitaria dado que Afganistán sigue sufriendo la sequía que amenaza a siete millones de personas que dependen de la agricultura y la ganadería para sobrevivir», señaló un comunicado.
La FAO no es la primera agencia de la ONU que está alertando sobre los riesgos de una mayor crisis humanitaria en la región: la semana pasada, Unicef y la OMS pidieron en conjunto un puente aéreo a la capital, Kabul, para «entregar medicamentos y otros suministros que salvan vidas».
La FAO reseñó que muchos de estos granjeros están entre los 14 millones que «padecen inseguridad alimentaria aguda y necesitan asistencia humanitaria urgente».
«El apoyo agrícola urgente es clave para contrarrestar el impacto de la sequía y el empeoramiento de la situación en las vastas áreas rurales de Afganistán en las próximas semanas y meses», alertó el director general de la FAO, Qu Dongyu, citado por la agencia de noticias Sputnik.
Una sequía severa, el impacto económico relacionado con la Covid-19 y el desplazamiento generalizado afectan a las comunidades rurales de Afganistán, advirtió.
El cuadro se agrava con la situación de violencia política que derivó en la recuperación de la mayor parte del territorio por parte del movimiento talibán, ahora a cargo del país.
«Si no brindamos asistencia a las personas más afectadas por la aguda sequía, un gran número se verá obligado a abandonar sus granjas y desplazarse en determinadas zonas», avisó Qu, para quien esa posibilidad «amenaza con profundizar aún más la inseguridad alimentaria y representa otra amenaza para la estabilidad de Afganistán».
Desde que los talibanes tomaron el poder, a mediados de este mes, algunos países occidentales ya anunciaron una suspensión de su ayuda humanitaria y de desarrollo al país y otros han amenazado con hacerlo, al igual que volver a la política de sanciones que aisló al Gobierno talibán de la segunda mitad de los años 90 y asfixió la economía del país.