El presidente Ashraf Ghani huyó este domingo de Afganistán, sumándose a muchos otros atemorizados civiles afganos y extranjeros horas después de que los talibanes rodearan Kabul, la capital, y exigieran una transferencia del poder tras haber conquistado gran parte del país 20 años luego de haber sido derrocados por Estados Unidos.
Los talibanes, que durante horas se habían mantenido a las afuera de Kabul y habían prometido no entrar, anunciaron al caer la noche, tras la noticia de la huida de Ghani, que iban a ingresar a la ciudad para impedir saqueos, luego de que la policía afgana abandonara las comisarías y otros puestos.
Más cerca que nunca del fin del experimento occidental de convertir a Afganistán en una democracia, el pánico se apoderaba de Kabul, y helicópteros militares sobrevolaban el centro de la ciudad para evacuar la embajada de Estados Unidos, en imágenes que recordaban la despavorida huida estadounidense de Vietnam, en 1975.
Varios otros países occidentales también empezaron a evacuar sus misiones diplomáticas o anunciaron planes para hacerlo. Canadá fue el primero que informó este domingo el cierre temporal de su embajada en Kabul tras sacar al personal diplomático.
Civiles temerosos de que los talibanes reimpongan las duras reglas que caracterizaron su Gobierno, de 1996 a 2001, que dejó sin derechos a las mujeres, entre otras cosas, hacían colas en cajeros electrónicos de Kabul para sacar sus ahorros de todo la vida.
Miles de empobrecidos afganos que habían abandonado sus localidades y se habían dirigido a Kabul porque la creían más segura permanecían acampados en plazas y otros lugares abiertos de la ciudad.
Miles de empobrecidos afganos que habían abandonado sus localidades y se habían dirigido a Kabul porque la creían más segura permanecían acampados en plazas y otros lugares abiertos de la ciudad.
Las calles también se llenaron de vehículos cargados hasta el techo que intentaban salir de la ciudad o refugiarse en una zona más segura, informó la agencia de noticias AFP.
Un testigo citado por CNN describió escenas de caos en el aeropuerto de Kabul, con «grandes multitudes tratando de entrar» y hasta disparos de armas de fuego.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, rechazó comparaciones con la retirada de Estados Unidos de Vietnam y aseguró que su país había cumplido con sus metas en Afganistán.
«El expresidente afgano ha abandonado la nación», dijo excanciler afgano Abdullah Abdullah, presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, a cargo de las negociaciones con los talibanes, en un video en su cuenta de Facebook.
«Se fue de Afganistán en momentos difíciles. Que Dios lo haga responsable», agregó.
Abdullah no dijo adónde huyó Ghani, pero medios afganos dijeron que se fue a Tayikistán, un país de Asia Central que limita con Afganistán por el Sur.
En un avance sorprendente sobre los talones de la retirada de las derrotadas fuerzas extranjeras de Afganistán tras 20 años de guerra, los talibanes tomaron casi todo el norte de Afganistán la semana pasada, pese a los miles de millones de dólares gastados por Estados Unidos y la OTAN para entrenar a las fuerzas afganas.
El vocero talibán Suhail Shaheen dijo hoy a la cadena de noticias británica BBC que el movimiento islamista quería una «transferencia pacífica del poder en los próximos días».
En declaraciones desde Doha, Qatar, donde tienen lugar negociaciones entre el Gobierno afgano y los talibanes, el vocero Shaheen prometió que la milicia no atacaría embajadas ni diplomáticos ni trabajadores extranjeros de ONG, que no tomaría represalias contra afganos y que permitirán que las mujeres estudien y trabajen.
Los talibanes iniciaron su avance militar luego de que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciara sus planes para retirar las fuerzas de su país para fines de este mes.
Los talibanes iniciaron su avance militar luego de que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciara sus planes para retirar las fuerzas de su país para fines de este mes.
En una semana, los rebeldes islamistas capturaron las capitales de 26 de las 34 provincias de Afganistán, cinco de ellas hoy.
Muchos trazaron paralelismos entre las imágenes de helicópteros estadounidenses evacuando su embajada en Kabul con la aún más caótica huida de Estados Unidos de Saigón tras su derrota en Vietnam.
«Esto no es Saigón», dijo hoy Blinken a la cadena ABC.
Aunque admitió que no esperaba tal desbande de las fuerzas afganas, aseguró que la misión en Afganistán fue «exitosa».
«Desde la perspectiva de nuestros competidores estratégicos alrededor del mundo, no hay nada que les hubiese gustado más que vernos en Afganistán otros cinco, 10, 20 años. Simplemente no está en nuestro interés nacional», argumentó.
En Afganistán, los talibanes dijeron que no tenían intención de tomar Kabul «por la fuerza».
«Hay negociaciones en curso para garantizar que el proceso de transición sea absolutamente seguro, sin comprometer las vidas, propiedad ni el honor de nadie, y sin comprometer las vidas de los residentes de Kabul», dijo la milicia en un comunicado.
Horas antes, luego de que los talibanes dijeran que permanecerían a las puertas de Kabul, el ministro del Interior, Abdul Sattar Mirzakwal, prometió una «transición pacífica del poder» a un gobierno de transición no talibán.
«El pueblo afgano no debería preocuparse. No habrá ningún ataque contra la ciudad y habrá una transición pacífica del poder», dijo en un mensaje grabado.
Biden ordenó el sábado el envío de 5.000 soldados para ayudar a asegurar la evacuación de emergencia de los empleados de la embajada y de miles de afganos que trabajan con las fuerzas norteamericanas y temen represalias.
Biden ordenó el sábado el envío de 5.000 soldados para ayudar a asegurar la evacuación de emergencia de los empleados de la embajada y de miles de afganos que trabajan con las fuerzas norteamericanas y temen represalias.
El Pentágono calcula en 30.000 el número de personas que deberán ser evacuadas.
Biden defendió su decisión de acabar con 20 años de guerra, la más larga que ha conocido Estados Unidos, que se inició tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, como represalia contra los talibanes por rechazar la entrega del jefe de Al Qaeda, Osama Ben Laden.
«Un año o cinco años más de presencia militar estadounidense no habría marcado ninguna diferencia cuando el Ejército afgano no puede o quiere defender su país», afirmó Biden.