El Senado de Estados Unidos aprobó un ambicioso plan de inversión en infraestructuras de 1,2 billones de dólares, lo que supone un gran triunfo para el presidente, Joe Biden, quien deberá esperar a la votación final en la Cámara baja para cantar victoria.
Tras meses de negociaciones, este paquete «histórico» fue aprobado por mayoría simple, con el respaldo de varios republicanos, un hecho inusual en un Congreso polarizado.
Pero su futuro parece más incierto en la Cámara de Representantes, donde surgieron fisuras entre el ala izquierda y los centristas del Partido Demócrata, que anticipan unas negociaciones duras que podrían extender la votación final por varias semanas.
Fruto de un inusual compromiso entre demócratas y algunos republicanos, el plan de inversión en infraestructuras prevé 550.000 millones de dólares de nuevo gasto federal en rutas, puentes, transporte, Internet de banda ancha y cambio climático.
Es un acuerdo «histórico», dijo Biden, quien fue senador durante tres décadas y siempre le gustó destacar su capacidad de negociación en el Capitolio.
Biden está en la Casa Blanca «desde hace solo siete meses y ya el Senado está a punto de pasar el primer gran paquete de infraestructura en más de una década» con apoyo de los republicanos, subrayó el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, poco antes de la votación.
Por su parte, el expresidente republicano Donald Trump calificó el acuerdo como «una vergüenza» y amenazó con tomar represalias electorales contra los republicanos que votaron a favor, advirtiendo que su ejecución daría una «victoria» a su sucesor demócrata.
Al menos tres senadores republicanos que participaron en las negociaciones finalmente decidieron votar en contra.
Pero su influyente líder, Mitch McConnell, dio su voto a favor, muy consciente de la popularidad de un programa de este tipo en un país con infraestructuras deficientes.
Ahora que el plan se adoptó, el Senado se vuelca a examinar otra parte importante del programa de Biden: un plan para invertir 3,5 billones de dólares, en «infraestructuras humanas«, informó la agencia de noticias AFP.
Esto supone una avalancha de gasto social en educación, salud, mercado laboral y clima, incluyendo medidas de transición energética diseñadas para «poner a Estados Unidos en camino de cumplir» los ambiciosos objetivos climáticos de la Casa Blanca, que consisten en reducir a cero los niveles de contaminación en el sector energético estadounidense para 2035 y hacer que la economía del país sea neutra en carbono para 2050.
Es el «proyecto de ley más importante para los trabajadores, los ancianos, los enfermos y los pobres desde FDR (el presidente Franklin Delano Roosevelt) y el New Deal de los años 30«, evaluó el senador Bernie Sanders, presidente de la Comisión de Presupuestos.
Una «inversión única en una generación» para arreglar una economía que ahora es demasiado «injusta», según la Casa Blanca. «Un gasto loco», según los republicanos, que prometieron una oposición feroz.
Para sortear su posible bloqueo en el Senado, los demócratas recurrirán a un procedimiento parlamentario que les permitirá aprobarlo sólo con sus votos (50 además del de la vicepresidenta Harris, que puede votar en caso de empate).
También en este caso las negociaciones serán probablemente arriesgadas y es posible que la votación final en la Cámara no se produzca hasta octubre o incluso noviembre.