El GTM acaba de ublicar dos nuevos informes en los que analizó los aspectos medioambientales de la Covid-19. Según explicó el GTM, “la crisis pandémica actual tiene sus orígenes en procesos naturales que se desencadenan, en la mayoría de las ocasiones, por alteraciones graves del medio ambiente».
Asimismo, «los efectos del cambio global por deforestación y pérdida de hábitat natural, sobrepoblación en áreas silvestres, sobreexplotación de la caza y la vida silvestre, sobrepastoreo y otras actividades llevan consigo una mayor exposición del ser humano a patógenos de vida libre”.
Más allá de esta pandemia, el GTM afirmó que si se examinan “las más de 250 pandemias sufridas por la humanidad, llama la atención que la proporción de ellas generada por patógenos de origen animal (origen zoonótico) se ha incrementado significativamente en los dos últimos siglos: un 70% de las nuevas enfermedades que han surgido en humanos en las cinco últimas décadas (enfermedades emergentes) son de origen animal, al igual que casi todas las pandemias conocidas”, según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
ACCIÓN ANTE PANDEMIAS
Es por esta razón que el GTM abogó por superar los planteamientos actuales de acción ante pandemias, basados en “responder a las enfermedades después de su aparición con medidas de salud pública y soluciones tecnológicas, en particular el diseño y la distribución rápida de métodos de diagnóstico, nuevas vacunas y terapias”.
En este sentido, el grupo de expertos recomendó tomar una serie de acciones urgentes, que precisan “un mayor conocimiento de la biodiversidad a escala planetaria, una exploración e inventario más exhaustivo de la biodiversidad de microorganismos silvestres y de su potencial patogénico y una mayor comprensión de los procesos de evolución y coevolución de patógenos y hospedadores”.
Según se afirma en los informes, estas acciones requieren “investigación científica en secuenciación de genomas y documentación de variantes víricas, exploración de nuevos reservorios silvestres, identificación y seguimiento de posibles brotes pandémicos con eficientes sistemas de alerta temprana, y desarrollo de prácticas de restauración ecológica encaminadas a alcanzar inmunidad de paisaje”.