Por Florencia Fazio
En medio de un abrupto incremento de casos de coronavirus debido la rápida propagación de la variante Delta, África se enfrenta a su peor momento desde el inicio de la pandemia, con un sistema de salud colapsado y en muchas zonas inexistente, una campaña de vacunación que transcurre lentamente mientras expertos imploran a otras regiones la donación de excedentes de dosis, y con una desnutrición del 20%.
Julio marcó un punto de inflexión en la curva epidemiológica del continente africano, cuando superó con creces el techo establecido en enero pasado, y la proyección actual aleja cada vez más la idea de una remisión en la tasa de contagios.
«Lo peor está por venir,la tercera ola no cesa de expandirse de manera acelerada y gana terreno»
MATSHIDISO MOETI
«África acaba de vivir la semana más desastrosa de la historia de las pandemias en el continente. Pero lo peor está por venir, la tercera ola no cesa de expandirse de manera acelerada y gana terreno», advirtió la directora regional para África de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Matshidiso Moeti, a principios de mes.
«El número de casos se multiplica por dos cada 18 días, frente a 21 días hace una semana», agregó. Entonces, 36 de los 54 países del continente habían reportado aumento de casos respecto de la semana anterior.
Esta semana, esas curvas nacionales en aumento se plasmaron en los números continentales: se rebasó la barrera de los 6 millones de contagios totales de Covid-19 y contabilizó más de 155.000 muertes, según la red de Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
África registró 1 millón de nuevas infecciones en el último mes, el tiempo más corto para un aumento tan grande, mientras que en la semana del 5 al 11 el país experimentó un incremento del 43% en las muertes. Además, se estima que la demanda de oxigeno es un un 50% mayor que en el mismo momento de 2020.
Casi la mitad de los casos acumulados, 3 millones, corresponden a la región sureña, con Sudáfrica a la cabeza, mientras que un poco más de un cuarto del total, 1,7 millones, se contabilizan en el norte.
Parte del problema proviene de las nuevas variantes del virus, en particular de la Delta, entre un 30% y 60% más fácil de transmitir, según la OMS, y que en los últimos días fue detectada en 21 países del continente.
No obstante, todavía es posible viajar a muchos Estados africanos sin demasiadas restricciones, como a Kenia, donde se puede ingresar con un resultado negativo de PCR, si no se estuvo previamente en India.
Los países de África están atrapados en un círculo vicioso, obligados constantemente a elegir entre proteger la vida de los ciudadanos y salvaguardar las economías del continente más pobre del mundo
En otros países, en cambio, la tercera ola de la pandemia de Covid-19 ya eclipsó a la segunda, con cifras semanales más altas que en enero, por lo que naciones como Ruanda, Uganda y Túnez se vieron obligadas a reintroducir restricciones, como prohibiciones de reuniones y eventos sociales y viajes no esenciales.
En la actualidad, los países de África están atrapados en un círculo vicioso, obligados constantemente a elegir entre proteger la vida de los ciudadanos y salvaguardar las economías del continente más pobre del mundo.
A nivel global, de las 811 millones de personas que sufrieron hambre en 2020, 282 millones pertenecen a África, de acuerdo a un estudio interagencial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que registró un incremento de 46 millones de personas subalimentadas en este continente en el último año.
A esto se suma la fragilidad de los sistemas de salud, con escasa energía eléctrica, protocolos o formación para sus campañas; el impacto del cambio climático en lugares como Mozambique, y la violencia a la que se enfrentan los civiles en Etiopía, en la región de Tigré, y en Chad, en la zona del Sahel, donde hay 5,4 millones de personas desplazadas.
Otro caso es el de Sudáfrica, el país africano con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza y el más afectado por la pandemia, con más de 2,2 millones de casos y cerca de 65.000 muertes.
«Sudáfrica tiene un número elevado de indigentes y muchos viven en zonas rurales e inaccesibles. Incluso en las ciudades y pueblos hay suburbios informales con población variante a la que es difícil alcanzar. Muchos no tienen acceso a un celular para registrarse en la base de datos para vacunarse», describió Jo Barnes, del Departamento de Salud Global de la Facultad de Medicina de la Universidad Stellenbosh en Ciudad del Cabo, citado por el diario español El País.
Si bien algunos epidemiólogos tratan de explicar por qué en estadísticas globales el continente representa el 3,1% de los casos y el 3,7% de las muertes en base a la edad poblacional y a factores climáticos, los hechos demuestran que hay un subregistro de las cifras: hasta el 8 de julio se habían realizado apenas 55 millones de testeos.
Esta es una pieza más del complicado escenario y del mayor desafío del continente: la vacunación de sus 1.300 millones de habitantes.
Con poco menos de 60 millones de dosis administradas, de las 70,4 millones que tiene disponibles, cerca del 1,5% de la población está completamente inmunizada contra el virus, mientras que más de 3% tiene al menos una dosis.
«La tercera ola en nuestro continente es una advertencia escalofriante de un futuro en el que las tendencias actuales de nacionalismo y acaparamiento de vacunas continúan dominando el panorama internacional», denunció el ministro de Salud de Ruanda, Daniel Ngmije, en el diario británico The Independent.
La mayoría de los países africanos dependen del mecanismo solidario Covax, liderado por la OMS y Gavi, que procuraba entregar 600 millones de dosis a todo el continente, lo que equivale al 20% de la población, pero muchas vacunas provienen del instituto indio Serum, que debió detener el envío debido al brote de contagios en su país.
Según el organismo, solo siete países alcanzarían el 10% de su población vacunada en septiembre próximo, muy lejos de la inmunidad de grupo deseada.
«Somos 7.500 millones de personas en el mundo y hay 1.800 millones de vacunas. Esto significa que una de cada cinco personas tiene acceso a las mismas, mientras que la realidad en África es que tenemos una para cada 50 personas. Es una desigualdad tremenda e injusta», precisó el epidemiólogo sudafricano Salim Abdool Karim el mes pasado, al diario El País.
Lo concreto es que, a la segunda semana de julio, Eritrea, Tanzania y República Árabe Saharaui Democrática todavía no recibieron ninguna dosis; Nigeria, el país más poblado del continente con 209 millones de habitantes, apenas inmunizó al 1% de su población; y Chad comenzó a vacunar el pasado 4 de junio, medio año después que Europa.