El presente artículo surge de la inspiración (más bien de la reflexión) de una representación teatral a la que acudí hace unos días con motivo de una de las actividades organizadas para el día 8 de marzo. De entrada, se preguntarán que tiene que ver Franca Rame con este asunto, y me explico: la representación se había programado como homenaje a las mujeres, y para ello se había escogido un texto escrito, según su presentadora, por el premio Nobel italiano Darío Fo. El monólogo, un drama planteado en clave de humor, muy bien interpretado, por cierto, hacía una profunda reflexión sobre la condición de la mujer dentro de la familia, el sistema familiar y la relación de pareja.
La protagonista, María, es el ama de casa por antonomasia, que lo tiene todo en el interior de su familia, menos lo más importante: ser tratada por los hombres de la casa como una persona, un individuo, y respetada como tal, y no sólo utilizada como objeto sexual o como asistenta sin sueldo. En el caso de María, el controlador marido la mantiene encerrada mientras está en el trabajo y, no contento con esta medida, la llama continuamente por teléfono para asegurarse que está en casa. La infeliz descubre un día que en la terraza de enfrente hay una vecina nueva y, viendo el cielo abierto, como se suele decir, la toma como confidente contándole su vida con toda clase de detalles. Todo ello de una forma cómica y grotesca que hace reír constantemente al auditorio, aunque al final te deja un sabor amargo cundo reflexionas sobre la situación que, desgraciadamente, sufren tantas mujeres. No obstante, la directora propuso finalmente un desenlace, optativo, como conclusión al coloquio que se estableció al final con la participación del público… Con final feliz, en este caso, porque la mujer toma conciencia y se decide, con la ayuda de la vecina, a denunciar al marido maltratador.
Hasta aquí, ninguna objeción. Sólo una sutil cuestión: se había obviado que el texto había sido escrito por Franca Rame y… Darío Fo. Con ello lo que quería destacar es la omisión y el ocultamiento que con demasiada frecuencia se ven envueltas las mujeres creadoras, sea cual sea la disciplina. El monólogo se titula “La mujer sola”, y forma parte de la obra Ocho monólogos, publicada en 1977 y escrita, como buena parte de la obra del Nobel, al alimón con su mujer, Franca Rame, de la que hacemos un breve currículo.
Franca Rame (1929-2013), fue una actriz teatral, escritora, dramaturga y política italiana. Procedía de una familia con una larga y extensa tradición teatral. Debutó en el teatro en 1951. Poco después, conoció a Dario Fo y se casaron en 1954. En los años 70 participó en el movimiento feminista interpretando sus propios textos como: Tengamos el sexo en paz (puesto en escena en nuestro país por Charo López, Esperanza Roy). Actrices como Rosa María Sardá (“La voz humana”), Anabel Alonso (“Un día cualquiera”), Magüy Mira (“Pareja abierta”), Petra Martínez (“La madre pasota”), entre otras, han dado vida a sus personajes literarios. En marzo de 1973, y por causa de sus implacables críticas, fue secuestrada por un grupo de extrema derecha y violada, sufriendo múltiples e importantes heridas. Posteriormente escribió el monólogo Lo stupro (La violación), inspirado en su experiencia personal.
En las elecciones generales de Italia de 2006 fue elegida senadora del partido político “Italia de los Valores” y ese mismo año, Antonio Di Pietro la propuso al cargo de Presidenta de la República. Dejó el Senado en 2008 y en 2009, junto a su marido Dario Fo escribió su autobiografía Una vita all’improvvisa. Por otra parte, hay que destacar que cuando Franca conoció a Fo, este era un actor principiante y pintor, mientras que ella era una reconocida actriz. La pareja siempre estuvo comprometida social y políticamente y amigos y conocidos admiten que la vida de Fo no tiene sentido sin su mujer. Cuando le concedieron el Nobel en 1997, insistió e insistió en que su mujer lo acompañara, argumentando que su obra no sería la que era sin la mujer con la que tantas obras había escrito. A instancias de Franca, el dinero del premio (150 millones de pesetas) se utilizó para crear una fundación llamada “El Nobel de los Desvalidos”, para ayudar a los discapacitados que, finalmente terminó mal por mala praxis de los administradores. Son legendarias las campañas que la pareja llevó a cabo destinando el dinero de las taquillas en ayudar a los obreros en huelga: “La taquilla de cada noche era para comprarles arroz, vino, todo lo que necesitaban”.
Durante más de dos décadas (entre 1963 y 1977) la pareja estuvo vetada por la televisión de su país como consecuencia de su programa Canzonissima. Se convirtieron durante décadas en azote de los poderosos y sobre todo de la Iglesia, el ejército, la policía represiva y Berlusconi, siendo procesados cuarenta veces por delitos de opinión. Como confesó en una entrevista: “Sigo en esta profesión porque a través ella puedo difundir los discursos en los que creo. A mí, ser actriz por ser actriz no me interesa, me interesa el discurso político que hago circular”.
Su entierro, como ella quería, fue seguido por una multitud de mujeres, vestidas de rojo y cantando el “Bella ciao”, el más conocido canto partisano italiano.
Sirva como homenaje a esta mujer valiente en unas fechas en que se intenta acallar al movimiento de mujeres.
Autora: Rosa M. Ballesteros García