“La literatura es esencialmente nostalgia y caridad. Y eso hoy, fundamentalmente, está en lo artículos, está en los periódicos, está todos los días a dos reales en un papel malo y popular donde el escritor se va dejando la vida para poder seguir viviendo”.
Cesar González-Ruano, periodista
Para un gran parte de nosotros–los lectores–, el periodismo de investigación está constituyendo una especie de balanza de control frente a los abusos del poder. Y es que los medios de comunicación se han tenido que encargar últimamente del trabajo ingrato–desagradecido, diría yo–: denunciar con pruebas fehacientes supuestos delitos de corrupción, para que los tribunales de justicia obren en consecuencia. Uno piensa que los periodistas no están en posesión del don de la inefabilidad, pero rectifican cuando se equivocan: la prensa juega limpio.
No obstante, los medios de difusión caminan con celeridad por el siglo XXI. El entorno en el que se desenvuelven actualmente en España se encuentra un tanto tenso. Quizá son los acontecimientos políticos y sociales actuales, quienes le imponen esa dura responsabilidad: informar. Para bien de unos y mal de otros. Los que están en el poder–los políticos–, temen perder el último, y les resulta incómodo que los periodistas expresen sus puntos de vista. Tienen que hacerlo, pues es deber y profesión al mismo tiempo. Hatherine Graham, editora del “Washington Post”, y premio “Pulitzer en 19998, estaba en los cierto cuando manifestó que “los editores podemos tener muy pocos amigos”. Tampoco los periodistas tienen muchos.
Los escritores de periodismo–idealistas y vocacionales, pues sin vocación no se puede seguir en esta vocación (por profesión) –, saben muy bien de la lucha diaria, su lucha–minuto a minuto y segundo a segundo–contra el tiempo; éste último es su principal enemigo. Deben salir a la calle en busca de noticias–claras, concisas y concretas–, a fin de confeccionar sus periódicos: prensa escrita y prensa por Internet; cuando están en posesión de ellas, a la velocidad del rayo, las pasan por sus ordenadores, para posteriormente y mediante un engranaje perfecto–redactores, correctores, etc. –llevarlas a las rotativas, que hacen que el periódico (cada veinticuatro horas) las pongan en las manos de los lectores. Rapidez y veracidad: dos claves difíciles de compaginar y que ellos–los escritores de diarios–las llevan a cabo con la mejor de la ilusiones y salvando múltiples contratiempos. Periodismo, ¡difícil profesión!
El prosista–periodistas–que tiene que plasmar todos los días sus artículos, comentarios, entrevistas, reportajes…, va descubriendo para si mismo y para los demás su pequeña/grande “obra literaria”; de periodista se pasa a novelistas, o viceversa (ejemplo de lo mencionado lo tenemos en Mariano José_de_Larra : novelista, autor teatral y gran periodista, entre otros muchos).
Si está claro que el mundo de la comunicación lleva inherente “poder” a distintos niveles: económico, político, cultural, etc. (Los empresarios, los políticos, las entidades financieras bien los saben.)Hoy por hoy los medios informativos-prensa, radio y televisión, y por qué no: Internet-compatibles y complementarios entre si, forman parte del denominado “cuarto poder”, en cualquier país democrático, y esto es cierto, tratando en todo momento de transmitir en sus informaciones transparencia y veracidad, para que la sociedad democrática española y mundial esté servida en su derecho a la información.
Los escritores de titulares–crónicas– están cumpliendo con su deber informando, opinando y asumiendo las tendencias ideológicas de sus respectivos diarios, así como respetando las de los demás. Bueno es que haya pluralidad de ideas y opiniones, pues enriquecen la vida social española y la del mundo entero. Los periodistas–escritores–han llegado lejos con ética y profesionalidad, y aunque la prensa que generan no es enteramente la opinión pública, cierto es, que forman parte de ella.
Cada diario debe apoyar sus idearios políticos, pero desde una postura de respecto hacia los demás. Tratar de esclarecer ideas firmes, claras y objetivas con la verdad que ha de imperar siempre en la información a los ciudadanos. Ética y profesionalidad: simple binomio inequívoco del cumpliendo estricto del deber de información. Escribir con sentimiento y elegancia, pues los diarios que leemos todos nos han de enseñar a pensar, razonar y emitir juicios que se acerquen a la verdad.
Coger la pluma todos los días para distraer, enseñar y hermanar a los pueblos del mundo entero, sin distinción de raza, sexo, religión…Saber el cómo y el cuándo adelantarse a los acontecimiento de interés periodístico. Hay que tratar de no mentir, más uno lo haría en dos casos muy concretos: a) para salvar la vida de un ser humano, y b) para elogiar la belleza de una mujer–parto de la base que para uno existen tan sólo mujeres menos guapas, pues toda mujer tiene su encanto…
William_Faulkner dejó escrito que “aconsejo para llegar a ser un buen periodista–escritor–: un noventa y nueve por ciento de talento, noventa y nueve por ciento de disciplina y noventa y nueve por ciento de trabajo”. Según esta reflexión, entiende uno que los profesionales del periodismo no sólo tienen que ser eficaces cada día, sino que deben tratar de ser mejores los venideros
Debemos terminar diciendo que, según reza nuestro refranero, “Lo escrito, escrito queda; las palabras, el viento se las lleva”. Mas cuando el/la periodista-comunicador forma parte de la casuística de los medios de información, indudablemente es consciente que el camino que ha de recorrer ha de estar sembrado–no precisamente– de halagos y enhorabuenas, sino de rosas y espinas, muchas espinas y muy pocas rosas.
La Coruña, 15 de febrero de 2021
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor