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domingo, noviembre 24, 2024

En estos momentos y siempre son necesarios los AUTO-límites, son un acto de amor

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Los límites a veces están revestidos de connotación negativa. El mundo a nuestro alrededor nos dice que no debemos ponernos límites. Que los límites solo se encuentran en nuestra mente, y que podemos alcanzar todo lo que nos propongamos. Sin embargo, este discurso presenta dos puntos débiles. En primer lugar, los límites no se encuentran exclusivamente en nuestra mente y, en segundo lugar, de vez en cuando es importante ponerse límites a sí mismo/a, para protegernos. Si no lo hacemos, es probable que terminemos sufriendo el cansancio o fatiga del “yo” al que hacía referencia el filósofo Byung-Chul Han.

Los límites no son más que una serie de criterios, normas o pautas que decidimos y  con los que nos comprometemos, con el fin de  no ir más allá de lo que sería sensato o conveniente. El principal riesgo de no ponernos límites en una sociedad que nos está empujando constantemente sería el victimizarnos ante nosotros mismos/as. Tener afán de superación y aspirar mejorar es positivo. El problema comienza cuando nos exigimos cada vez más sin darnos un respiro, sin ponernos límites saludables, obligándonos a ir siempre un paso más allá, aunque no tengamos muy claro el motivo de ese esfuerzo. El problema es no saber distinguir entre superación y sobreexigencia.

Esa situación nos conduce a un “cansancio fundamental”, que no es un simple agotamiento físico sino un cansancio del alma. Ese cansancio y desgaste psicológico, ese “no poder” termina generando frustración y suele conducir a un destructivo autoreproche. La sensación de fracaso nos puede invadir y es que sería esa consecuencia de falta de límites que, en teoría debía ser desarrolladora, termina llevándonos a la insatisfacción.

Por tanto, unos límites saludables, en cambio, nos impedirán exigirnos tanto que terminemos derrumbándonos bajo el peso de obligaciones y compromisos que no podemos cumplir. Nos impedirán que el trabajo se apropie de nuestra vida. Nos permiten tomar las riendas y decir “no” cuando no queremos algo y “sí” cuando lo deseamos o necesitamos. Decir “hasta aquí hemos llegado” porque no necesitamos ni queremos ir más allá. Unos límites saludables son, en última instancia, un acto de empoderamiento.

Ese tipo de límites nos permiten dar una estructura más homeostática, saludable y satisfactoria a nuestra vida. Por tanto, se convierten en una especie de escudo protector que nos indica la línea entre lo que está bien para nosotros/as  y lo que no. Esos límites nos permiten tener claro cuál es la línea que no debemos cruzar. De esta manera, ese tipo de límites se convierten en un acto de amor y respeto. Indican que no necesitamos responder agradando ante cualquier imperativo social porque tenemos claras nuestras metas. Esos límites, por tanto, nos mantienen más seguros y saludables e incluso pueden permitirnos disfrutar más de la vida asumiendo una actitud más relajada y consciente.

¿Cuáles serían los pasos para ponerse auto-límites?

  • Identificar las áreas de nuestra vida que necesitan más estructura o límites. Casi siempre, suele tratarse de áreas conflictivas que se han expandido tanto que no han dejado mucho espacio para otras áreas importantes de nuestra vida. También puede tratarse de áreas que se han convertido en una fuente constante de problemas, conflictos y tensiones. Puede ser el trabajo, la relación de pareja, nuestra salud física y/o emocional o incluso el uso del móvil.
  • Establecer límites que reflejen nuestras metas y valores. Los límites deben ayudarnos a vivir mejor y de manera más plena, por lo que deben estar en sintonía con nuestros valores y las metas que queremos alcanzar. Los límites son una herramienta más para mantenernos en el camino que queremos seguir e impedir que las fuerzas sociales nos desvíen.
  • Valernos de la responsabilidad autocompasiva. Es contraproducente esperar la perfección o castigarnos cada vez que no logremos respetar un límite que nos hemos impuesto. El objetivo de este tipo de límites es sentirnos mejor y cuidarnos, por lo que debemos recordar ser amables con nosotros mismos/as. Ser poco realistas o excesivamente exigentes, solo nos conducirá a la frustración, la culpa y la desesperanza.

 

Rocío Gómez Carrillo

Psicopedagoga

Dirección Centro Te Motivan

 

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