OPINIÓN / Muchos fueron los adjetivos que definieron a nuestra fallecida artista Lola Flores: temperamento, ángel, duende, ‘un aquel’…
Todos tenemos diferentes maneras de amar, ya que esta facultad guarda estrecha relación con el temperamento de cada persona, aunque influyen muchos otros factores de tipo educacional, ambiental, social, de costumbres, etc. Genio, figura y temperamento – hasta la sepultura – definieron a nuestra fallecida artista Lola Flores. Temperamento, ángel, duende, ‘un aquel’… marcaron la vida de ‘La Faraona’ (con este apodo la reconocieron siempre los argentinos, si mal no recuerdo).
Ella, Lola Flores, siempre ha sido, al menos para mí, un muerto activo. Si estoy escuchando CDs de su propia cosecha puedo exclamar: “Qué extraño”, pienso, “estoy oyendo cantar a una muerta, a la que vi en varios teatros españoles, y en persona también, ya hace mucho tiempo… Por aquel entonces, ella recibía los aplausos de los espectadores y seguidores – que eran bastantes-. Ahora me entristece, me distrae, y al mismo tiempo, me hace recordar a una mujer inigualable en su arte folclórico: Lola Flores, para unos; la ‘Faraona’, para otros”.
“Ella, Lola Flores, siempre ha sido, al menos para mí, un muerto activo”
En este mi pequeño relato anterior, entiende uno, que lo deberíamos poner en la práctica, y con mayor frecuencia, porque nos pasamos la vida oyendo tocar o cantar a los muertos, y también a los vivos, leyendo a muertos, visionando películas de actrices y actores que ya fallecieron, contemplando cuadros y edificios pintados y diseñados por muertos, que fueron personas vivas en su día… ¡Creo que ya son muchos, por hoy! Y es que los muertos siempre están activos, al menos, en nuestras memorias. Y esto no es malo.
Saltó a la fama al conocer -en el año de 1943- a Manolo Caracol, quien ya era una estrella en el mundo del espectáculo. Estuvieron unidos artística y sentimentalmente, habiendo formado una pareja irrepetible. Nuestra Lola bailaba, cantaba, recitaba… la copla andaluza como nadie en este mundo. Al final, y es bueno así comprenderlo, se separó de Manolo Caracol. Habían chocado el ‘duende’ y el ‘temperamento’ (Caracol contra Flores).
Nuestra bailadora y cantaora falleció el 16 de mayo de 1995, en su residencia de ‘El Lerele’, a sus 72 años de edad, como consecuencia de un cáncer de mama que se le diagnosticó en 1972. Es decir, que Lola Flores tuvo la fuerza de voluntad y el coraje suficiente, para sobrevivir a la terrible enfermedad del cáncer desde 1972 hasta 1995 (23 años de lucha por la vida). Cuando fallece la ‘Faraona’ no dejó mucho dinero, precisamente. Sin embargo, cedió una joya valiosísima que aún le quedaba: su arte.
“Lola cuando se vestía de su traje de gitana era deslumbrante, apoteósica, inigualable…”
Lola cuando se vestía de su traje de gitana era deslumbrante, apoteósica, inigualable…. Ponía su cuerpo entero en tensión, el cuello lo echaba hacia atrás, y sus manos como palomas al viento ascendían hacia el cielo. Y es cuando su ‘temperamento’ y su ‘duende’ se adueñaban de la escena, de los espectadores, del teatro entero… Y es cuando Manolo Caracol decía lo de: “Anda y vente conmigo”. Hemos de creer entonces, sin dudarlo, que Dios -el Dios de todas las religiones- posee un gran laboratorio por el que todos pasamos cuando llegamos a este mundo mortal y pasajero. Y dicho esto: podemos y debemos comprender que cada uno de los mortales, ha sido fabricado en ese laboratorio con una formula de preparación -una especie de receta particular-: la duración de nuestra vida, nuestra propia sensibilidad, nuestra alma, nuestro temperamento…
La buena de Lola fue artista, fue madre de tres hijos, y, sobre todo, fue una persona que supo adaptarse a los tiempos en que vivió, que no es poco. Actuó, rodó películas, salió en televisión española y en prensa también hacia el año 1970. Reaparece en los últimos años de su vida en TVE (televisión española), cuando su vitalidad estaba en cuerda, luchando contra un cáncer, al que no pudo vencer. Su hijo Antonio -persona que siempre estuvo unido a su madre- cantante y compositor, murió de una sobredosis de barbitúricos el 31 de mayo de 1995, quince días después del fallecimiento de su madre.
La Lola
“La Lola se va a los Puertos. La Isla se queda sola”. Y esta Lola, ¿quién será, que así se ausenta, dejando la Isla de San Fernando tan sola cuando se va…? Sevillanas, chuflas, tientos, marianas, tarantas, tonás, livianas… Peteneras, soleares, soleariyas, polos, cañas, seguiriyas, martinetes, carceleras… Serranas, cartageneras. Malagueñas, granadinas. Todo el cante de Levante, todo el cante de las minas, todo el cante… que cantó tía Salvaora, la Trini, la Coquinera, la Pastora…, y el Fillo, y el Lebrijano, y Curro Pabla, su hermano, Proita, Moya, Ramoncillo, Tobalo -inventor del polo-, Silverio, Chacón, Manolo Torres, Juanelo, Maoliyo…
Ni una ni uno -cantaora o cantaor-, llenando toda la lista, desde Diego el Picaor a Tomás el Papelista (ni los vivos ni los muertos), cantó una copla mejor que la Lola… Esa que se va a los Puertos y la Isla se queda sola.
Poema de Manuel Machado
La Coruña ( España), 4 de diciembre de 2020
© Mariano Cabrero Bárcena es escritor