La Plaza de la Merced de Málaga tiene que permanecer abierta, lee nuestro manifiesto y apóyalo.
MANIFIESTO:
Dejen el álbum de familia de Málaga en el solar del Astoria
Concluidas las excavaciones en el solar del antiguo cine Astoria, los arqueólogos no han encontrado restos de una entidad sobresaliente pero sí han dado con casi todos nuestros antepasados en Málaga. Allí ha aflorado nuestro álbum familiar, suficiente para que creamos que deba preservarse sin un gran edificio encima que aporte más bares a una zona que no los necesita.
Málaga, afortunadamente, aprecia ahora más su patrimonio arqueológico gracias al esfuerzo de arqueólogos, administraciones, ciudadanos y propietarios cada vez más orgullosos de poder conocernos mejor gracias a tratar de saber quiénes fuimos. Una ciudad felizmente invadida por muchos, mezclada, mestiza. En el hueco del Astoria hay restos romanos, musulmanes, cristianos. Nos faltan los fenicios que pudieran estar más abajo, dada la cercanía con los restos encontrados en el Rectorado, que certifican la antigüedad de esta ciudad del Oeste del Mediterráneo.
Si queremos seguir potenciando la etiqueta de cultura para propios y extraños vinculada a Málaga no nos podemos permitir que esos restos queden sepultados bajo la estructura de un edificio dedicado a la hostelería, con un auditorio subterráneo cerca del Teatro Cervantes o del Eduardo Ocón. Tenemos que preservar lo único y no reproducir modelos que han fracasado también muy cerca, como hemos visto en el cercano Mercado de la Merced, que iba para enclave gourmet y se ha quedado en proyecto fallido.
El Astoria nos ha costado muy caro a todos los contribuyentes malagueños pero, con su demolición, hemos podido apreciar todavía más la vista de la riqueza extraordinaria de un núcleo en el que están los romanos en su teatro, los musulmanes y los cristianos en la Alcazaba, los fenicios en el Rectorado y en el interior de la Aduana, Picasso en su casa natal y su museo y Torrijos y su muerte por la libertad en la plaza de la Merced.
Los restos que han aflorado allí –romanos, pozos de vida doméstica musulmana, cristianos muertos con sus cruces en el asedio de la ciudad, musulmanes caídos en su defensa, el Hospital de Santa Ana– bien se merecen ser calificados como el álbum familiar de Málaga y, para su apreciación, no necesitamos un edificio de bares, sí un bello parque arqueológico y quizás unas pérgolas con glicinias, un cierre ligero y vegetal de la plaza en su cuarta fachada.
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Por una Plaza de La Merced abierta y guardando su historia