La fotografía es una tarea que requiere el uso de herramientas de alta calidad y también de conocimientos muy específicos que ayuden a aprovechar los elementos del entorno a favor. Estos elementos incluyen la luz, las sombras, los planos, etcétera. De ahí que asignar esta función a cualquiera debe quedar descartado si lo que esperamos es un impacto de alto valor en el resultado.
Una de las formas más sencillas de hacerse una idea clara de lo que deberíamos esperar es considerando las potencialidades que un fotógrafo de bodas en Málaga (o en cualquier otro sitio) nos puede ofrecer. Esto se debe a que las pautas que se establecían con anterioridad, donde todas las tomas eran con poses y donde se perdía la naturalidad, han pasado de moda. Hoy lo que todos deseamos, son recuerdos que realmente transmitan la alegría vivida durante ese día.
Entre lo documental y lo espontáneo
Un fotógrafo de bodas que trabaje con mística en cada contratación será capaz de convertir este servicio en un verdadero lujo, pues no se tratará de tomar fotos de cualquier forma, sino de generar un verdadero documental sobre lo que esté ocurriendo, de manera que las fotos, por sí mismas, puedan narrar una historia.
A esto se le añade el detalle de la espontaneidad, de lo natural, de los sentimientos y las emociones. Antes era común que los novios posaran durante todo el evento para tener fotos de cada situación, sin embargo, hoy lo que se busca es un objetivo similar pero sin necesidad de dichas poses, sino capturando cada momento tal y como va ocurriendo.
Lo mejor es que ambos conceptos fusionados darán como resultado que no se pierda ni un solo detalle de lo que acontezca en la boda, desde los preparativos hasta el momento final. Después de todo, lo único que perdurará para siempre serán los recuerdos y habrá que esforzarse por tener los mejores.
Decisiones en conjunto
Aún con las tendencias expresadas en el punto anterior, siempre es necesario que el fotógrafo sea capaz de tener en cuenta los deseos de los novios para definir qué tipo de fotografías se van a trabajar. La naturalidad está muy bien, pero seguramente también existe el deseo de disfrutar de una imagen cuidada con la familia, los amigos, incluso con el pastel, entre otros.
Todo esto, en conjunto con la propia temática escogida para la boda, darán las pautas definitivas para lo que será el trabajo de ese día. Existen bodas donde el punto principal está hacia lo más moderno, mientras que otras se orientan a lo convencional y, en ambos casos, el fotógrafo debe ser capaz de ajustarse sin inconvenientes.
Lo mejor es proponer reuniones previas con el fotógrafo e incluso trabajar algunos ejemplos que tengan los novios o muestras de trabajos anteriores que haya hecho. Todo esto permitirá establecer con claridad lo que se quiere, pero sobre todo, lo que no se quiere bajo ningún concepto. Y esto es aún más importante porque en ocasiones los novios no tienen mucha idea de qué es lo que desean en torno a este tema y una correcta asesoría ayudará mucho.
En resumen, lo ideal es que se obtengan buenos recuerdos de todo lo que ocurra en la boda, realizando preferiblemente una mezcla entre lo espontáneo y lo planificado, para que tanto los novios como el fotógrafo puedan sentirse a gusto y obtener así los mejores resultados. Al final, se trata de disfrutar del día y, sí, aunque sea su trabajo, los fotógrafos pueden pasárselo muy bien en cada evento sin descuidar sus funciones.