La dependencia afectiva es una forma patológica de amor caracterizada por la ausencia crónica de reciprocidad en la vida emocional, en la que el individuo «dador de amor unidireccional» ve en el vínculo con otra persona, a menudo problemático o esquivo, el único propósito de la propia existencia es llenar los vacíos emocionales.
La diferencia entre el amor y la dependencia emocional no siempre es clara. El elemento distintivo radica en el grado de autonomía del individuo y en su capacidad para encontrar sentido en sí mismo. Los afectados por la dependencia emocional, al no ser autónomos, son incapaces de experimentar el amor en su profundidad e intimidad. El miedo al abandono, la separación, la soledad generan un estado de tensión constante. La presencia del otro ya no es una elección libre, sino que se vive como una cuestión de vida o muerte: sin el otro se tiene la percepción de no existir. Sus necesidades y deseos individuales se niegan y anulan en una relación simbiótica.
Siempre es el resultado de una dinámica bidireccional
En ocasiones, la pareja del «adicto emocional» es un sujeto problemático, que enmascara su adicción emocional con una adicción a las drogas, el alcohol o el juego. En este caso los problemas de la pareja se convierten en la justificación para dedicarse por completo al otro necesitado, sin correr el riesgo de llevar una existencia por sí mismo.
Otras veces el ser querido es rechazado, esquivo o inalcanzable, por ejemplo, está casado o no está interesado en la relación. En ambos casos, lo que seduce es la lucha; la adicción se alimenta del deseo de ser amado precisamente por aquellos que no responden de manera satisfactoria y crecen en proporción a su rechazo.
Características y síntomas
La persona que tiene una adicción emocional suele sofocar cualquier deseo e interés individual de cuidar del otro, pero inevitablemente se siente decepcionado y su amor toma la forma de resentimiento. Al mismo tiempo, es incapaz de interrumpir la relación, en virtud de lo que define como «amar demasiado», sin darse cuenta de que este comportamiento destruye el amor que en cambio requiere autonomía y reciprocidad.
En la adicción emocional, lo que se experimenta como amor se convierte en una droga. Los síntomas de la adicción son los mismos:
- intoxicación: el sujeto siente una sensación de placer cuando está con su pareja, que no puede obtener de otras formas y que es fundamental para que se sienta bien;
- tolerancia: el sujeto busca cada vez mayores dosis de tiempo para dedicar a la pareja, reduciendo cada vez más su propio tiempo independiente y los contactos con el mundo exterior;
- abstinencia: el sujeto siente que existe solo cuando el otro está ahí, su ausencia lo lanza a un estado de alarma. Pensar en la vida de uno sin el otro es inimaginable. El otro es visto como la única fuente de gratificación, se descuidan las actividades diarias, lo único importante es el tiempo que se pasa con el otro;incapacidad para controlar la propia conducta: disminución de la lucidez y capacidad crítica que genera vergüenza y remordimiento y que en algunos momentos es reemplazada por una lucidez temporal, seguida de una sensación de derrota postrada y una recaída en la adicción que hace que uno se sienta más inminente que antes sus necesidades relacionadas con el otro. Estos procesos están teñidos de ira y culpa.
Además, a diferencia de las drogas, que son más fáciles de conseguir, se puede generar un miedo obsesivo a perder al ser querido, expresado con celos y posesividad, que se alimenta de forma inconmensurable ante cada pequeña señal negativa que se percibe.
La posición paradójica que caracteriza la dependencia emocional es: «no puedo estar contigo» (por el dolor que sigue a la humillación, el maltrato, la traición), «no sin ti», (por la angustia ante el mero pensamiento de perderte).
De dónde viene
Esta incomodidad tiene su origen en la relación con los padres en la infancia. Los niños adictos recibieron el mensaje de que no eran dignos de amor o que sus necesidades no eran importantes. Por lo general, provienen de familias en las que a menudo se han pasado por alto las necesidades emocionales. A través de la identificación con su pareja, intentan salvarse y llenar sus vacíos emocionales. En la vida de pareja se vuelven a atribuir, más o menos inconscientemente, un papel similar al vivido con sus padres, en un intento de cambiar el final.
El principal problema para resolver las adicciones emocionales es admitir que tienes un problema. La dificultad para identificar el «problema» también radica en los patrones de amor distorsionados que pueden hacer que ciertos abusos y sacrificios se consideren «normales».
El cambio comienza por uno mismo
Esta incomodidad tiene su origen en la relación con los padres en la infancia. Los niños adictos recibieron el mensaje de que no eran dignos de amor o que sus necesidades no eran importantes. Por lo general, provienen de familias en las que a menudo se han pasado por alto las necesidades emocionales. A través de la identificación con su pareja, intentan salvarse y llenar sus vacíos emocionales. En la vida de pareja se vuelven a atribuir, más o menos inconscientemente, un papel similar al vivido con sus padres, en un intento de cambiar el final.
El principal problema para resolver las adicciones emocionales es admitir que tienes un problema. La dificultad para identificar el «problema» también radica en los patrones de amor distorsionados que pueden hacer que ciertos abusos y sacrificios se consideren «normales».
El cambio comienza por uno mismo
Muchas veces es la esperanza la que hace que el problema persista y que tiende a hacerlo crónico: la esperanza de un cambio imposible, especialmente en un contexto relacional en el que se han consolidado guiones del que es difícil salir. Así, paradójicamente, el comienzo del cambio llega cuando se llega al fondo y se vive la desesperación, que representa la posibilidad de enterrar las ilusiones que durante mucho tiempo han alimentado la relación patológica.
Este es el momento en el que estás más dispuesto a pedir ayuda y puede ser una oportunidad para iniciar un camino psicológico de cambio, dirigido a construir lazos sentimentales más positivos y satisfactorios.
Si necesitas ayuda, estaré encantado de ayudarte.
Casaleiz Psicología
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