24/08/2020.- Sabrina Blanco aborda el feminismo en las clases bajas en su primera película `La botera ́, que se ha presentado hoy en el cine Albéniz dentro de la sección de Zonazine. La joven realizadora argentina centra su ópera prima en las dificultades de la preadolescencia en el barrio de extrarradio de Isla Maciel de Buenos Aires.
“Me interesa poner un poco de luz en las dificultades para las mujeres y en ese contexto social, ya que hay una diferencia entre el feminismo en las clases medias y en las bajas. Había una deuda, me parecía. Es la edad que arrastra todos nuestros problemas en la adultez”, ha explicado su directora en una entrevista telefónica, quien ha aclarado que estaba trabajando haciendo trabajos sociales en barrios similares donde filmó con chicas preadolescentes y vio “las dificultades que tenían para crecer”.
“Conocí el barrio y el oficio de botero, que son personas que trasladan por el río a la gente que quiere cruzar a la ciudad, un trabajo que se realiza desde hace muchos años y que se pasa de generación en generación entre varones, no existen boteras mujeres. Ahí me pregunte qué pasaría si en la película una niña quisiera ser botera y ese fue la excusa para contar esa etapa de la vida de la protagonista”, ha aclarado la realizadora de 34 años.
“A Nicole Rivadero, la protagonista, la conocí con 12 años y la película se rodó cuando tenía 14. Los actores nunca leyeron el guion, fue un trabajo de contarle la película, de encontrar puntos en común entre los personajes y su vida con el objetivo de enseñarles a encontrar herramientas propias internas para que estuvieran preparados para el rodaje”, ha indicado la directora, que estuvo realizando un “trabajo de territorio” para conocer el barrio y armar una red durante 3 años. “Parte del equipo fue gente del barrio, hubo una comunión entre el equipo profesional y ellos. Fue un procedimiento documental para filmar una ficción”, ha añadido.
Con casi la totalidad de los actores por primera vez actuando, la directora ha confesado que el trabajo de casting se realizó “durante varios años” a lo largo de los cuales encontró a los actores en distintos lugares. Posteriormente, realizó un “taller” con los intérpretes para enseñarles a improvisar.
“Lo afectivo era lo que sostenía las exigencias de hacer una película” ha afirmado Blanco, quien ha recordado que la relación que construyó con la protagonista previamente fue “lo que permitió llegar al final del rodaje”. “Para la protagonista fue una experiencia muy nueva, muy difícil, ella es una niña muy humilde, no tenía ni idea de lo que era hacer una película, ni filmar, ni un rodaje, para ella fue una gran experiencia que fue descrubriendo de a poco. Yo la convertí en actriz y ella a mí en directora, esa fue la transferencia”, ha reconocido.
Aunque el casting de la protagonista “no fue bueno”, la directora no dudó en apostar por ella. “No actuaba nada, pero tenía algo en la mirada muy particular, una forma de caminar, de mirar, una desfachatez que me parecía muy interesante; lo actoral se podía construir, pero la experiencia la tenía y eso no se puede construir. Ella quería hacer la película con mucha determinación sin saber lo que era, de una manera irracional, pero no con menos determinación, al igual que le pasa a la protagonista de La botera con el bote. Quise usar esa fuerza que tenía ella para el personaje”, ha manifestado la autora de la cinta, quien asegura que ahora “es momento de trabajar con la incertidumbre más que nunca”.