Por Jacinto López Arrabal (Enfermero y Antropólogo Médico)
Tómate cinco minutos en reflexionar en tus comportamientos diarios. ¿Cuántos segundos empleas en lavarte las manos?, ¿te lavas el pulgar con conciencia cuando te lavas las manos?, ¿y la punta de los dedos?, ¿cuántas veces desinfectas el móvil diariamente?, ¿comes con el móvil en la mesa y tocándolo mientras comes?, ¿cuántas veces te tocas la cara a la hora?, ¿dónde?, ¿tienes, por ejemplo, hábitos de comerte las uñas o chupar bolígrafos?
Si sabemos que el lavado de manos es uno de los actos de la humanidad que salva más vidas a menor precio, y que tiene una incidencia en la transmisión del COVID-19, ¿por qué no hay como el “quédate en casa” un plan intensivo de adherencia a este comportamiento de una forma adecuada en tiempo y técnica?
Entender el factor humano en la cadena de transmisión del COVID-19 es fundamental para aplicar medidas que contribuyan a comportamientos a nivel individual y grupal que reduzcan los riesgos de transmisión. En otras palabras, si entendemos en gran medida cómo se transmite el virus y reflexionamos cada uno de nosotros cuáles son nuestros hábitos de comportamiento, tendremos más capacidad para disminuir la cadena de transmisión a nuestro alrededor.
«Cuanto antes entendamos que lo que necesitamos hacer es adaptar nuestros comportamientos a la transmisión de este “bichito” antes podremos gestionar la crisis con éxito.»
Los tratamientos, las vacunas, las estadísticas de nuevos casos y fallecidos, dejémosla a los expertos. La buena noticia es que nosotros también somos expertos, somos expertos de nosotros mismos. Sabemos, si nos tomamos un tiempo para reflexionar, qué hábitos debo adaptar para así poder reducir la transmisión. Apelo a la responsabilidad individual y comunitaria. Centrémonos en lo que podemos hacer desde casa, con nuestros seres queridos, con nuestros vecinos. Nosotros, la ciudadanía, somos al final los que acabaremos con la epidemia. No queda otra. Evolucionemos y añadamos al “quédate en casa” un “me lavo las manos y desinfecto el móvil” por ejemplo, y así muchísimos más ejemplos.
Desde las instituciones se requiere una estrategia de comunicación sobre aspectos de Educación para la Salud mejor definida, coordinada, contundente y persistente que incidan en cambios de comportamiento sobre hábitos de vida que ayuden a reducir la cadena de transmisión. Pero mientras eso ocurre no debemos quedarnos en casa siendo meros observadores, tenemos que actuar.
Es lo que yo llamo “Hábitos Higiénicos Solidarios” porque deben ser persistentes en el tiempo y en la cotidianeidad, científicamente rigurosos para prevenir la enfermedad y que se realizan preocupándose por la otra persona tanto como por ti mismo
Si estamos viendo por los medios a periodistas con guantes, políticos con la mascarilla en la barbilla o una falta de explicación masiva de cómo desinfectar los dispositivos móviles, es porque hay a día de hoy mucha confusión y “ruido” en cómo actuar para romper la cadena de transmisión del virus.
«La reflexión individual de nuestros hábitos nos ayudará a empoderarnos en nuestras actividades cotidianas teniendo más capacidad para el cambio».
Yo, desde mi experiencia como cooperante en epidemias de cólera y ébola quiero aportar mi granito de arena ahora en mi tierra. Normalmente trabajo en países empobrecidos pero ahora la vida me ha dado la oportunidad de arrimar el hombro con mi gente. Así que os estaré acompañando y compartiendo todo lo que pueda en estas próximas semanas. Yo me considero “Agente Comunitario de Salud”, pero todos y cada uno de nosotros somos “Agentes Comunitarios de Salud” cuando compartimos y enseñamos “Hábitos Higiénicos Solidarios”.
Para implementar una estrategia comunitaria que ayude a contribuir a crear “Hábitos Higiénicos Solidarios” necesitaremos de la colaboración de todos los sectores de la sociedad para crear y difundir mensajes que lleguen a todas las capas de la población. Informáticos, gestores de redes, periodistas, sanitarias, profesores, dibujantes, cantantes, humoristas, madres, padres, tías, hermanos, amigos… Todos podemos ser “Agentes Comunitarios de Salud”, por ti, por mí ¿Te animas?
Jacinto López Arrabal es Enfermero y Antropólogo Médico. Ha estado trabajando como cooperante con una organización médica internacional desde el año 2005 en contextos de epidemias, desnutrición, desplazamientos y conflictos. Actualmente se encuentra en un período entre misiones después de venir de una epidemia de cólera en Mozambique en Marzo de 2020. Ha trabajado en diferentes epidemias de cólera en Haití, Sudán del Sur, Zambia y Mozambique. En la epidemia de ébola de 2014-2015 estuvo estudiando el máster de Antropología médica y enfocó la tesis de máster en el pánico moral que crean las epidemias y las repercusiones psicosociales que experimentan los trabajadores sanitarios.