¿Cuánto están presentes los abrazos en nuestra vida cotidiana?
Todos sabemos lo que es un abrazo: es un gesto dirigido a expresar afecto o amor que consiste en estrechar los brazos y las manos alrededor del cuerpo de otra persona.
Es simple, muy fácil y generalmente requiere la intervención de dos personas. Usted’ puede abrazarse a sí mismo, así como usted puede recibir un medio abrazo, que es el no correspondido.
Un abrazo puede representar una efusión romántica, una forma de afecto a una persona, o un gesto de consuelo para animar a alguien.
Normalmente se considera una expresión de afecto genérico, tanto es así que puede practicarse indiferentemente entre familiares y amigos, además, obviamente, entre amantes, sin limitaciones de sexo o edad y tanto en público como en privado. ¿De verdad es así?
Los beneficios de un abrazo
Sabemos que existen pruebas científicas de que un abrazo tendría un efecto fisiológico beneficioso:
- ayuda a combatir el estrés
- baja la presión arterial
- ralentiza los latidos del corazón
- libera la oxitocina, la hormona del amor
Algunos estudios también habrían demostrado cómo ser abrazados aumenta el nivel de autoestima y fortalece el sistema inmunológico.
¿Qué tan común es un abrazo?
Hemos visto que el abrazo es beneficioso y es muy sencillo y poco costoso. Sin embargo, no siempre estamos dispuestos a darlo ni a recibirlo.
Tenemos miedo de que nos abracen como si reduciendo las distancias de seguridad pudiéramos hacer sentir toda nuestra vulnerabilidad. Tenemos en cierto sentido el temor de que quien nos abraza pueda percibir en un instante nuestros temores que con tanto esfuerzo tratamos de ocultar.
También es cierto que no todos los abrazos tienen el mismo significado para nosotros, algunos nos hacen sentir como en casa y otros no. Es decir, no podemos relajarnos en los brazos de cualquiera. Y no podemos sino sentirnos extremadamente afortunados cuando encontramos los brazos que nos hacen sentir en paz.
Reglas sociales
Por supuesto, ni siquiera podemos ir a abrazar a cualquiera. Sería sin duda percibido como falta de respeto, excesivo y fuera de lugar. Existen normas sociales que nos informan de cuándo conviene o no hacerlo y también de la intensidad con la que debemos proceder a estrechar a la otra persona. Abrazar a un compañero de trabajo requiere un énfasis diferente del que se otorga a un miembro de la familia o a una pareja.
Prestar atención al abrazo, a la forma en que se ofrece y se recibe, permite captar mejor el mensaje subyacente y las emociones que pasan por él.
Un abrazo consciente puede ser el instrumento de comunicación privilegiado cuando las palabras no logran transmitir lo que queremos transmitir o cuando creemos que el silencio y el calor de un gesto expresivo valen más que mil palabras.
El abrazo es nutritivo para quien lo dispensa y para quien lo recibe. Ya sean niños, adultos o ancianos, todos tienen un tesoro que pueden compartir con los demás. Además, cada uno de nosotros puede optar por abrazarse a sí mismo y alcanzar así un estado de bienestar autoproducido.
Yo, al igual que algunos de vosotros, nunca he creído tener necesidades especiales de abrazos y probablemente los he asociado a situaciones de tristeza o dolor: me abrazan si estoy enfermo o si tengo una expresión de la cara poco serena. Con el tiempo, sin embargo, he descubierto que el abrazo no solo es una fuente de consuelo y tranquilidad, sino también un poderoso medio de expansión de las emociones positivas. ¡Como cuando se regocija por el gol del equipo del corazón!
No tengáis miedo de acortar las distancias entre vosotros y los demás y si podéis dispensar abrazos, verdaderos medicamentos salvan vidas. Hoy, al final del día, encuentra a alguien con quien puedas ir y decir: Abrázame ahora.