Las enfermedades infecciosas son una de las principales causas de muerte y de morbimortalidad en las personas mayores. Por tanto, saber detectarlas y valorar adecuadamente sus peculiaridades permitirá un mejor manejo y tratamiento de las mismas, lo que repercutirá en mejoría en la supervivencia y en su calidad de vida. En este sentido, “realizar una correcta exploración física, teniendo en cuenta que la clínica en estos pacientes no es la típica por la existencia de pluripatología asociada, ayudará al diagnóstico precoz y al tratamiento correcto”, explicó la directora Sanitaria de ORPEA, Victoria Pérez, en la última Cátedra ORPEA en Paciente Anciano “Infecciones en el anciano”, que tuvo lugar en el Hospital HM Sanchinarro (Madrid).
Durante esta formación que ORPEA pone a disposición de los profesionales sanitarios y sociosanitarios, se puso de manifestó que las infecciones más frecuentes en las personas mayores son las del tracto urinario y la neumonía, por este orden. Según afirmó la doctora María Isabel Tejada, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario HM Montepríncipe, la prevalencia de la neumonía en el anciano institucionalizado es de hasta el 57 %. Supone la segunda causa de infección en residentes, pero es la que mayor mortalidad provoca.
Esto es debido a la inmunodepresión asociada al envejecimiento, que hace que una simple infección respiratoria tenga una peor evolución. También a la demencia y a los problemas de deglución, lo que puede ocasionar broncoaspiraciones. Asimismo, “influye la comorbilidad de estos pacientes y los fármacos que habitualmente toman, como benzodiacepinas u opiáceos. Estos podrían enmascarar el cuadro, provocando un retraso en el diagnóstico y una peor evolución”, matizó la doctora María Isabel Tejada.La principal consecuencia y la más grave de la neumonía es el fallecimiento, “que en pacientes institucionalizados es más elevada, hasta un 55 %”, indicó la doctora del Hospital HM Montepríncipe. Además, “conlleva un deterioro de las patologías previas y un empeoramiento de la situación basal del anciano, dado que su reserva funcional está disminuida”, advirtió.Esta experta reconoció que la principal herramienta de prevención de la neumonía en el anciano institucionalizado es la vacunación antigripal y antineumocócica: “Se deben vacunar tanto las personas mayores de 65 años como los enfermos con patología crónica y sus cuidadores y convivientes, incluyendo al personal sanitario”.
Otras herramientas para prevenir la neumonía, a las que hizo referencia la doctora María Isabel Tejada, son mantener una buena higiene bucal y técnicas de alimentación adecuadas, en el caso de alto riesgo de broncoaspiración.
Infecciones por patógenos multirresistentes
Otra de las cuestiones que se debatieron en esta Cátedra ORPEA en Paciente Anciano, centrada en las infecciones en las personas mayores, es el abordaje de las infecciones por bacterias multirresistentes.
En estos casos, la doctora María José López, del Servicio de Medicina Preventiva del Grupo HM Hospitales, recomendó establecer medidas de aislamiento en los pacientes de alto riesgo, es decir, “aquellos con alteración de conducta o poca capacidad de colaboración, los que presentan heridas con drenaje y/o pérdida de la integridad de piel y mucosas, y los que tienen infección activa por patógenos multirresistentes”.
También se hizo referencia al riesgo de contagio por patógenos multirresistentes en el personal sanitario. El doctor José Barberán del Hospital Universitario HM Montepríncipe afirmó que el personal sanitario que cuida a pacientes colonizados o con infecciones por patógenos multirresistentes tiene riesgo de contagiarse al manipularlos o al entrar en contacto próximo con ellos. “Estos microorganismos pueden pasar a la piel y mucosas de los cuidadores y formar parte de su microbiota temporalmente con la capacidad de transmitirlos a su vez a otros residentes”, concretó.
Asimismo, como medidas preventivas, el doctor José Barberán aconsejó “interponer barreras físicas protectoras como batas, gorros, guantes y calzas que evite el contacto directo con el paciente. Esta protección debe ser siempre seguida del lavado de manos”.