Si entendemos al ser humano como a un ser multidimensional donde lo biológico, lo psicológico y lo espiritual conforman una unidad en estructura con un medio natural y social, entonces la salud será el resultado de un equilibrio dinámico en todas esas dimensiones que, lejos de ser estático, buscará permanentemente evolucionar venciendo las fuerzas entrópicas que tienden a desestructurarlo.
Este equilibrio dinámico se manifiesta como la capacidad de volver a la situación de equilibrio cada vez que se produce un desequilibrio y simultáneamente, es el impulso que busca mejorar las condiciones en que la vida se desarrolla.
Esta no es una visión dialéctica ni maniquea entre la salud y la enfermedad como valores en conflicto, sino que es una visión que define la salud como un valor positivo de bienestar creciente.
Es decir que afirma la existencia de la salud como un estado dinámico que se puede mantener y desarrollar a través de acciones concretas.
Tampoco prioriza evitar que se produzcan situaciones de inestabilidad, sino que busca, sobretodo, mejorar nuestra capacidad de respuesta frente a las permanentes variaciones del medio.
Así, esta visión no pone foco en la enfermedad, con sus múltiples formas de presentación, sino en la salud, que no es solo ausencia de enfermedad, sino una aptitud del ser humano para cuidar y desarrollar la vida.
Ademàs, el dolor, el sufrimiento y el sin sentido, lejos de ser enemigos que debemos combatir, acallar o eliminar, constituyen señales a atender y comprender en su mensaje, porque nos muestran que nos estamos alejando de la situación de equilibrio dinàmico en la cual se afirma la vida.
El dolor se presenta cuando un factor interno o externo al cuerpo lo lesiona poniendo en peligro la integridad física.
El sufrimiento, en cambio, se expresa en la conciencia cuando esta se ve amenazada en su integridad por motivos internos o externos, pasados presentes o futuros.
El sin sentido, por su parte, es un claro registro de pérdida de la dirección de la vida que genera desorientación y alerta sobre la necesidad de cambiar el rumbo vital que se lleva.
Por otra parte, la salud no es un valor absoluto, sino que reconoce distintos grados. Así se puede afirmar que aun en situaciones de enfermedad podemos reconocer grados de salud que es importante atender para consolidarlos y hacerlos crecer.
A su vez, reconocer, identificar y desarrollar los pilares de la salud será una tarea fundamental sin perjuicio del tratamiento específico de las enfermedades y los riesgos.
Estos pilares son:
- En lo biológico, incorporar los nutrientes necesarios en cantidad y calidad, evitando los elementos tóxicos o las cantidades inadecuadas de alimento.
- Incorporar agua segura en cantidad suficiente para mantener una apropiada hidratación.
- Una correcta respiración que permita llevar oxígeno a todos los tejidos.
- Periodos de descanso y sueño adecuados para recuperar la energía necesaria.
- Por último, en esta dimensión, consideramos el movimiento que mantenga la estructura flexible y la musculatura con tonicidad y relajada.
En relación al ambiente, la salud implica una actitud activa de cuidado para que éste sea un espacio adecuado para la vida humana.
En lo psicológico es sustantivo una visión activa y abierta al mundo y al futuro, que busque establecer una relación fluida con su entorno y consigo mismo.
En relación al medio social la salud implica una actitud activa, solidaria y no violenta basada en el principio de dar a otros el trato que se pretende recibir.
Finalmente, en lo espiritual una actitud abierta a la búsqueda de un sentido trascendente de la vida.
Entonces, esta visión de la salud, considerada de manera integral en sus múltiples dimensiones, no enfatiza en la enfermedad, sino en los factores y registros que permitan construir una vida armónica, plena y feliz para nosotros y nuestra comunidad.
En la práctica la salud se desarrollará como una actitud activa de buen trato con el medio ambiente que nos rodea, con la comunidad de la que somos parte, con nuestro cuerpo y profundamente con nosotros mismos. Será la búsqueda del pleno e integral bienestar como propósito vital.