De bajo perfil, Rifaat el Asad apenas veía la luz del sol en Marbella. Desde su llegada a la Costa del Sol a mediados de los años 80, mantuvo cierta distancia con la vida social que tanto predicaron otros ilustres residentes en la zona como Adnan Kashoggi. De noche era fácil verlo cenar en Puerto Banús acompañado de un séquito en el que siempre estaban su chófer y su guardaespaldas. A veces, también, parte de su reducido círculo de contactos. Con ellos acudía, ya de madrugada, a alguno de los locales de lujo de la zona. “Hacía una vida muy nocturna, se levantaba a las cinco de la tarde casi diariamente”, dice un empresario que lo conoció. Nunca entró en el juego de recalificar terrenos y construir promociones inmobiliarias. “No se le veía con especial intención de hacer dinero”, añade la misma fuente, que dice que no le gustaba presumir y era muy precavido en su día a día.
Cuando El Asad, tío del actual presidente sirio, Bachar el Asad, llegó a Marbella, era uno más. Los petrodólares eran moneda común en la zona. Aterrizó con 49 años y pasaporte diplomático tras ser desterrado en 1984 por su hermano, Hafez el Asad, que entonces dirigía Siria y temía que su familiar planeara un golpe de Estado. Su expulsión no fue gratuita: Rifaat se fue con 300 millones de dólares bajo el brazo que le dio su hermano saqueando las arcas públicas. Con ellos, y con la ayuda de fondos procedentes de actividades criminales, según el auto del juez de la Audiencia Nacional José de la Mata que le procesó este viernes por blanqueo, fue construyendo un imperio patrimonial en Europa. Especialmente en la Costa del Sol.
Este semana el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata ha sido procesado a otras 13 personas, entre ellas sus dos esposas y ocho hijos, por crear una compleja trama societaria a través de la que blanqueó 695 millones de euros en España mediante la compra de inmuebles
Su primera adquisición fue un garaje de 244 plazas en Marbella en 1986. Continúo con la compra del complejo Benabola, que incluye un hotel de cuatro estrellas, un centenar de apartamentos y el mencionado aparcamiento, todo en la zona más exclusiva de Puerto Banús. A la entrada de esta marina deportiva también compró el edificio Grey D’Albion. En uno de sus “espectaculares y lujosos” apartamentos reside cuando está en la Costa del Sol. Allí celebraba fiestas tan suntuosas como reservadas. “Se movía al más alto nivel, pero siempre con discreción”, indica otro empresario. Otras fuentes añaden que tenía mucho poder en la sombra y no admitía un no por respuesta cuando se le antojaba algo. De ahí que tuviera diversos altercados con las autoridades y los paparazzi.
Según consigna en un informe El PAÍS, El Asad fue adquiriendo, poco a poco y a través de un enrevesado entramado de sociedades, más de 500 propiedades. Una de ellas, en la milla de oro marbellí, que vendió hace pocos años. También compró en 1988 una gigantesca finca al norte de Marbella, en el término municipal de Benahavís. Se llama La Máquina, tiene 3.300 hectáreas (33 kilómetros cuadrados, un cuarto del término municipal) y está tasada en 60 millones de euros. Allí quiso construir una urbanización de lujo al estilo de La Zagaleta, la más exclusiva de la Costa del Sol y situada en el mismo término municipal.
De la Mata afirma que el sirio mantenía “una lucha legal” con la Junta de Andalucía para poder construir en La Máquina, como recoge la resolución por la que ordenó —en abril de 2017— el registro de 15 de sus propiedades en Marbella dentro de la Operación Scar. El suelo está excluido de cualquier desarrollo inmobiliario y solo puede rendir por el corcho de sus alcornoques, porque está declarada como Zona de Especial Conservación por la Unión Europea, incluida dentro de la Red Natura 2000 y responde a la directiva Hábitat. Entrará a formar parte del Parque Nacional Sierra de las Nieves cuando se apruebe.
Locales comerciales, restaurantes y apartamentos conforman parte de sus negocios. Al frente de ellos ponía a sus hijos —uno de ellos detenido en 1999 por la Policía Local de Marbella por huir y embestir un vehículo policial cuando los agentes quisieron identificarle— todos criados en Londres y de distintas esposas. “Pero era él quien manejaba todo”, explican fuentes conocedoras de El Asad. Lo confirma la Audiencia Nacional: “Tenía el control y dominio absoluto de las adquisiciones, de la gestión de su patrimonio y de las cantidades de que sus hijos y familiares podían disponer”. En sus primeros años mantuvo un importante poder político desde España, país que le concedió la residencia en 1999 pese a la oposición de la policía. En los años ochenta, Rifaat mantuvo estrechos contactos con los servicios de contraespionaje españoles y ayudó a neutralizar atentados terroristas de grupos radicales árabes y palestinos en España, según relataban en 2000 fuentes de las fuerzas de seguridad.
Tras tres décadas en Marbella, El Asad se fue diluyendo. Su discreción aumentó y pasó largas temporadas en Londres para, después, ir a vivir a Francia. Pero nunca olvidó la Costa del Sol, donde se sentía más a gusto. Sus sociedades han seguido gestionando numerosos negocios, alquileres y restaurantes, aunque muchos se encuentran sin actividad. A él, periódicamente, se le veía en el Marbella Club. Diversas fuentes subrayan que hace tiempo que no le ven por allí. A sus 82 años tiene problemas a los que atender.
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