El rostro es la parte del cuerpo en la que se ve con mayor claridad el efecto del tiempo sobre el ser humano, especialmente en las mujeres. Esto es lo primero que ven las personas cuando se dirigen a alguien, por lo que es la carta de presentación de cualquiera.
Lo que pasa en la cara al envejecer
La juventud es un tesoro que desde tiempos inmemorables, las mujeres han deseado resguardar hasta la eternidad. Se han hecho muchos estudios y experimentos para aprender sobre cómo detener este efecto, pero resulta algo inevitable, aunque se pueda retrasar un poco.
Los primeros efectos se ven en el rostro cuando aparecen las arrugas de la frente y las famosas patas de gallina en el borde externo de los ojos.
Las orejas se van alargando poco a poco por el crecimiento de su cartílago. Junto con esto se presenta la caída del músculo de la punta de la nariz, justamente porque el cartílago nasal al que se une, y al que le da soporte, se debilita gradualmente también.
Cuando una es joven, la grasa en la cara está distribuida de manera uniforme a lo largo de la frente, sienes, mejillas, y alrededor de la boca y los ojos. Pero ocurre una pérdida de volumen de esta grasa que hace que el rostro tienda a caerse, como si estuviera colgando.
Esta misma grasa se va hacia otras áreas como son la barbilla y la zona superior del cuello. Esto hace que se formen bolsas que dan una apariencia muy poco estética a la parte inferior de la cara.
Por esta etapa, los músculos faciales ya se ven bastante desgastados. Como consecuencia del tira y afloja al que están constantemente sometidos, la piel va perdiendo flexibilidad, y entonces, las arrugas de la frente y el entrecejo se vuelven más marcadas.
Otros pliegues del rostro se profundizan aún más por la pérdida de grasa en la zona. Así que hay arrugas que van agravándose a medida que la grasa se va trasladando de sitio, éste es el caso de las arrugas que rodean los ojos.
Por otro lado, las arrugas causadas por la extrema exposición al sol y hábitos como el exceso de tabaco y alcohol, tienden a ser menos profundas. Surgen como consecuencia de la resequedad que causan estos factores en la piel.
¿Se puede hacer realmente algo al respecto?
La respuesta es que sí. Sin embargo, lo primero es aceptar que este proceso es algo natural y que es imposible parar por completo sus efectos. Para lograrlo hay que entender que el envejecimiento es parte de la vida humana.
El tratamiento más efectivo y cuyos resultados se notan a simple vista, es el del lifting facial, una cirugía estética en la que los doctores estiran la piel para que las arrugas sean menos notorias. También eliminan el exceso de grasa y tejido en otras zonas, a la vez que insertan pequeños implantes que ayudan a levantar la piel flácida.
Esta intervención no es demasiado invasiva, por lo que tras 24 horas de reposo se puede retomar la vida cotidiana. La operación es bastante asequible en términos económicos, y si se tienen en cuenta también sus consecuencias inmediatas, es fácil pensar que se ha vuelto uno de los métodos a los que recurre cada día un mayor número de mujeres.
Por otro lado, están alternativas que no son tan efectivas pero sí valen la pena sumarlas para tener la piel del rostro más joven y saludable. Usar protector solar todos los días antes de salir, protege contra los rayos UVA, que causan quemaduras dañinas para la piel aunque no se perciban para el ojo humano.
También están las cremas hidratantes que se aplican por la mañana y por la noche como parte de la rutina de belleza, las sustancias que las componen ayudan a suavizar las arrugas. Los exfoliantes son buenos para retirar la piel muerta y hacer que el rostro se vea más fresco.
Finalmente, la inyecciones de bótox son la medida más común para suavizar las arrugas de la frente y el entrecejo, pero una mala aplicación puede ser dañina porque estas inyecciones inmovilizan ligeramente los músculos de alrededor para que las arrugas no se noten tanto, por lo que hace falta buscar un especialista.