Por ejemplo, en el artículo se señala que desde 1980 hasta la actualidad, 26 de las personas más ricas del planeta tienen la misma riqueza que los 3.800 millones más pobres; el 1% de la población acapara el 82% de la riqueza; las pérdidas por desastres naturales alcanzan ya los 3,8 billones de dólares; 800 millones de personas viven por debajo de 1,90 dólares al día y otros 800 millones de niños están en estado de desnutrición; así como 175 de 189 países, tienen leyes discriminatorias contra las mujeres, según un estudio del Banco Mundial.
Ante ese panorama, se propone la búsqueda de principios rectores que conduzcan a la economía hacia un tipo de prosperidad que beneficie a todos y que respete el medio ambiente.
Desde una perspectiva bahá’í, la religión puede servir de acervo de conocimiento ético y moral donde buscar, en diálogo con la ciencia, dichas líneas maestras. Algunos principios claves para una economía viable, sostenible y que sirva al bienestar de la humanidad y sus miembros, que se proponen en el artículo, son: la dignidad de las personas, la utilidad social e individual, la solidaridad, el apoyo y la ayuda mutua, la distribución de la riqueza y la sostenibilidad ambiental.