Por el Dr. Sergio Mejía
La enfermedad que ocluye las arterias, conocida como arteriosclerosis, es una de las principales causas tanto de enfermedad como de mortalidad en nuestro mundo. Sus consecuencias pueden derivar en un infarto, insuficiencia cardíaca o ictus. También puede afectar a cualquier órgano cuya arteria se ocluya o se estreche.
Posiblemente debido a la subespecialización dentro de la medicina, la sociedad moderna y sus profesionales han creado involuntariamente compartimentos estancos a la hora de pensar en el organismo. Si algo pertenece al «vascular» será porque es un problema que se encuentra localizado en ese sistema y nada tiene que ver con el resto del cuerpo. Si bien es cierto que esta visión es positiva para el desarrollo de muchos avances de la tecnología moderna, es negativa para la comprensión y el entendimiento del origen de la mayoría de las enfermedades que hoy nos afectan. Por ello, ahora se empiezan a ver grupos multidisciplinarios donde especialistas de distintas áreas se agrupan para tratar determinados tipos de enfermedades.
A mediados del siglo pasado se realizó un estudio en Framingham, un pueblo cercano a Boston (Estados Unidos). En ese estudio se definieron los factores de riesgo relacionados con el desarrollo de la arteriosclerosis y son los que aún hoy se siguen teniendo en cuenta y sobre los que se dedican enormes esfuerzos de investigación, generalmente utilizando una estrategia de tipo farmacológico para su control. Estos factores son: tabaco, colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad y la historia familiar. Son los seis grandes pilares sobre los que se mueven los especialistas que se dedican a la prevención de la arteriosclerosis.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, tanto dentro como fuera de las sociedades internacionales de Cardiología, se van entendiendo otros conceptos que no quedaron incluidos en aquel estudio Framingham y que es bueno que, tanto la sociedad como los médicos que la atendemos, vayamos teniendo consciencia de ellos, básicamente porque la incidencia de la arteriosclerosis, lejos de disminuir, va en aumento. Durante el discurso de apertura del congreso de la Sociedad Europea de Cardiología en Londres en 2014, el entonces presidente Dr Fausto Pinto dijo que, de seguir así las cosas, “para el año 2050 prácticamente la mitad de la población europea será hipertensa”, solo por poner un ejemplo. Esto sería una auténtica derrota para los que pensamos en términos de prevención real, que no en detección precoz.
Si te preguntas por qué fumar tapa las arterias, te encuentras con que el humo del tabaco tiene, entre muchos otros tóxicos, el cadmio que es un metal pesado. Existe abundante literatura científica que demuestra y confirma la relación del cadmio con la enfermedad vascular, con la hipertensión, con diferentes tipos de cáncer y con otros problemas de salud. Algo parecido pasa con el plomo, cuya influencia sobre la enfermedad arterial se conoce desde antes de los resultados del Framingham. Los trabajadores de la industria del automóvil que usaban pinturas plomadas en los años 50 y los 60del s XX, desarrollaban una enfermedad oclusiva de las arterias y mejoraban con una técnica de tratamiento que se llama quelación para eliminar los metales pesados del organismo. Es muy interesante ver la historia de esta terapia y el motivo por el que cayó en «desgracia». Gracias a un investigador de Florida, el Dr Gervasio Lamas, estamos teniendo evidencia para poner en marcha otra vez esta técnica y que sea reconocida por los colectivos de cardiólogos e internistas modernos.
También es importante destacar dos factores de riesgo igualmente devastadores: el estrés emocional y la enfermedad periodontal. En lo que se refiere al segundo apartado, hay un campo de acción amplísimo. Mantener una buena salud de la boca es muy importante porque las infecciones que allí se producen pueden desencadenar problemas en las arterias del corazón y del cerebro; no solamente de las válvulas que es lo primero que a un médico se le viene a la cabeza. Una vez más es necesario recordar la importancia de ver el cuerpo como una unidad y no como órganos o sistemas que funcionan de manera aislada.
Desafortunadamente lo que se entiende hoy es que las arterias se tapan por la grasa y eso es un error conceptual que nos tiene dando vueltas en círculo sobre un problema que ya deberíamos tener más controlado. La grasa no viaja libremente por las arterias. La arteriosclerosis es básicamente una inflamación de la arteria. Cuando además de la inflamación hay una ruptura interior o cuando se forma un trombo, es cuando viene la manifestación más dramática: el infarto.
Desde la Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa SESMI, estamos desarrollando labores de formación tanto para colegas como para la población en general. Tenemos al alcance herramientas para avanzar en la prevención de esta enfermedad degenerativa que se cobra la vida de muchas personas y que produce un gasto sanitario enorme.
Sobre Sergio Mejía
Es doctor en medicina y cardiólogo por la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Entre otros cargos ha sido director del laboratorio de hemodinámica, Instituto del Corazón, Xanit Hospital Internacional, de Benalmádena (Málaga) y director médico de este hospital.
Cardiólogo Intervencionista y flebólogo en el hospital Quirón de Marbella y en el hospital Parque San Antonio, ambos en Málaga. Consultor de cardiología en el hospital Saint Bernard’s de Gibraltar y en otros centros de la Costa del Sol. Actualmente es cardiólogo intervencionista en Cardio Care, Hospital High Care, de Marbella.
Es Vicepresidente de la Sociedad Española de Salud y Medicina integrativa y miembro de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), de la Sociedad Española de Cardiología y de la Sociedad Andaluza de Cardiología.
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