Un informe pedido por la defensa del dueño de la finca de Totalán (Málaga) donde estaba el pozo donde murió el pequeño Julen, el niño de dos años que cayó a un hueco de gran profundidad y cuyo cuerpo fue rescatado 13 días después, señala que el pequeño falleció a los pocos segundos después de sufrir la caída y que durante el rescate se produjeron lesiones en el cadáver «pero no fueron la causa de la muerte».
Así se desprende del citado estudio preliminar, al que ha tenido acceso Europa Press, en el cual el doctor y médico especialista en medicina legal y forense también se muestra «básicamente de acuerdo» con el elaborado por los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Málaga en el que señalaban que el niño murió por la caída en el pozo, a los pocos minutos tras la precipitación, apuntando a que la causa del fallecimiento fue por traumatismo craneoencefálico y raquimedular, presentando fracturas.
En concreto, el informe precisa que la ausencia de material extraño en las vías aéreas «orienta a una muerte casi inmediata». Además, añade que la luxación occito-atloidea se produjo «durante la caída por los mecanismos de tracción, flexión y extensión» y que «ésta fue la causa de la muerte casi inmediata del niño».
Añade, de igual modo, que, posteriormente, en los intentos de rescate «se le pudieron producir lesiones al cadáver, pero todas ellas postmortem». «La mayor parte de las múltiples heridas que mostraba el menor en su cabeza son postmortem y se pudieron producir durante los intentos de rescate», se indica.
También en el «estudio de viabilidad», que es «un breve análisis preliminar» del caso, se indica que «el niño falleció pocos segundos después de sufrir la caída». «No existe ningún dato de supervivencia más allá de unos pocos segundos y que algún familiar pudiera llegar a oír incluso un lloro del niño durante la caída o nada más llegar al fondo».
Además, no cree que la luxación cervical se produjera al llegar al fondo por transmisión de energías, «sino durante la caída por traumatismos fronto-occipitgales, fuerzas de flexo-extensión y tracción», incidiendo, de igual modo, en que «es compatible haber podido oír llorar al niño durante unos segundos».
Así, se indica en que las fracturas craniales postmortem sí pudieron producirse en las maniobras de rescate, pero «parecen ser claramente postmortem».
Por otro lado, se indica que «la ausencia de material extraño en vías respiratorias hace imposible mantener la hipótesis de una supervivencia» bajo un tapón de tierra.
Cabe recordar que la titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga que instruye el caso de la muerte del pequeño Julen considera que el dueño de la finca de Totalán (Málaga) cometió presuntamente un delito de homicidio por imprudencia grave.
Así se indica en un auto, recurrido por la defensa del único acusado, en el que se dispone que sigan las actuaciones por el trámite del procedimiento abreviado, apuntando que David Serrano, propietario de la parcela, pudo cometer un delito de homicidio por imprudencia grave ya que el día de los hechos, el 13 de enero de 2019, «era conocedor de que el pozo se encontraba al descubierto sin estar protegido con las suficientes medidas de seguridad».
Por su parte, la Fiscalía ha pedido tres años de prisión para el dueño de la finca de Totalán (Málaga) donde murió el pequeño Julen, el niño de dos años que cayó a un pozo de gran profundidad y cuyo cuerpo fue rescatado 13 días después, al considerar que los hechos son consecutivos de un delito de homicidio por imprudencia grave.