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Arte

Arte para profanos: ‘Noche estrellada’. Vincent van Gogh, 1889

Arte para profanos: ‘Noche estrellada’. Vincent van Gogh, 1889

A primera vista puede parecer una obra optimista y de un artista ciertamente alegre.

Para los profanos, las obras de Van Gogh siempre nos han dado muy buen rollo, una sensación inexplicable de alegría, con esos colores tan llamativos y contrastados.

En este caso, más valdría quedarse en profano para siempre, pues la trastienda de las obras de Van Gogh muestra una realidad totalmente opuesta a la de la primera vista.

Una vez pregunté a un joven sobre qué me podría decir de su autor viendo esta obra. Y sin pensar me contestó:”¿qué se ha fumado este tío?”. Ciertamente, no esperaba esta respuesta. Pero quizás el joven acertó tanto, o más, sobre la vida de Van Gogh, como cualquiera de sus múltiples biógrafos.

Y es que cuando realizó esta obra, estaba recluido en el sanatorio mental de Saint-Remy, en el sur de Francia. No sabemos qué le daban a tomar exactamente, pero quizás fuera peor que lo que este joven solía tomarse cada día para relajarse (según creo, con la edad ya necesita menos relajantes, de lo cual me alegro mucho).

Vincent van Gogh nació en 1853. Era el primer hijo de un pastor protestante holandés, que tuvo 6 hijos. De su padre le venía a Vincent su vocación religiosa y con 16 años quiso ingresar en el Seminario. Algo le verían al chaval, pues no lo admitieron. Así que empezó a trabajar en una Galería de Arte. Incluso a él no se le daba mal la pintura, pero era muy desordenado en sus conocimientos.

Después de trabajar en Londres, volvió con un nuevo ánimo religioso, pero seguían sin aceptarlo. La insistencia le valió, al menos, para que lo enviaran de misionero a unas zonas de Bélgica muy deprimidas. Allí conoció y vivió con gente muy necesitada. En su generosidad sin cabeza, llegaba a dar todo lo que tenía a quienes lo necesitaban, quedándose sin nada.

Es en 1880, con 27 años, cuando, por influencia de su hermano Theo, marchante de arte, comienza a estudiar pintura. Mejora la técnica y la calidad de lo que había pintado hasta entonces. Aun así, sus pinturas suelen ser muy oscuras, poco vistosas, y poco apreciadas..

En 1883, después de varios rechazos amorosos, rescata a una prostituta de la calle, y vivirá con ella y su hija, sirviéndoles ambas como modelos también. Nadie en su entorno aprobaría esta forma de vida.

En 1886, se traslada a París junto a su hermano. Theo, de quien dependerá económicamente desde entonces, lo pone en contacto con los pintores impresionistas de la época y establece amistades (Toulouse-Lautrec, Pisarro) que le harán cambiar radicalmente en su forma de pintar.

En 1888 se traslada al sur de Francia. La luz del sur le hará pintar de una forma más viva, más alegre a la vista. A pesar de todo, no consigue vender ninguno de sus cuadros. Y eso que no para de pintar en estos años.

Con la esperanza de que le ayudará en su pintura, Theo convence, quizás con dinero, a Gauguin para que también se traslade al sur, junto a su hermano Vincent. Los genios convivirán dos meses en Arlés, a veces con gran empatía y, más veces aún, con grandes choques personales. De esta época es la famosísima anécdota de la oreja de Van Gogh. Es posible que, en una de sus peleas, Gauguin lo hiriera con un sable en la oreja. Vincent, sin querer denunciarlo, termina por rebanarse él mismo el lóbulo de la oreja. Pero Gauguin se marchará de allí y, prácticamente, de su vida.

Agobiado por sus propias alucinaciones y su desorden personal, Van Gogh ingresa voluntariamente en el sanatorio mental Saint Paul de Mausole, de Saint-Remy. Además, su salud empeora por la sífilis (se ve que no sólo rescataba prostitutas de la calle). Hay quienes creen que su salud mental había empeorada justamente por esta enfermedad.

Durante su estancia de 14 meses en el sanatorio no para de pintar todo lo que ve, los pacientes, las habitaciones, los paisajes desde su ventana. Su hermano Theo es quien afronta todos estos gastos, pues sigue sin vender nada, aunque no pierde la ilusión.

La obra “Noche estrellada”, escribe a su hermano, es lo que él contempla cada noche desde la ventana de su habitación. Pero si no fuera con muchísima imaginación o muchas alucinaciones nunca había creado paisajes inexistentes ni esos remolinos de luz alrededor de las estrellas.

Escribir, se ha escrito mucho sobre esta obra, pero, para saber más, haría falta alguien que pueda sentir en cada trazo de color, y en cada pincelada, lo que pasaba por la cabeza del artista en cada uno de esos momentos. Los profanos de verdad sólo podemos admirarnos por las imágenes planas de las fotografías de su gran Obra Maestra.

Los profanos que dedican tiempo a la Lectura (esa antigua actividad que la gente practicaba para aprender y reflexionar), conociendo su biografía, podrán comprender la vida atormentada que le acompañó hasta los 37 años, cuando murió en Auvers-sur-Oise, un pueblecito al norte de París, adonde se había trasladado unos meses antes de su muerte, ocurrida en julio de 1890.

También su muerte ha dado mucho que hablar. Oficialmente, se suicidó de un disparo en el estómago, por el que estuvo agonizando dos días.

Aunque es más probable que su muerte fuese causada por el disparo accidental de un niño de la zona donde él iba a pintar cada día. Vincent lo conocía y no quiso implicarlo, al igual que ya había pasado con Gauguin. Para todos, supongo, sería más fácil darlo por muerto por suicidio.

La noche antes del accidente, o suicidio, había concluido su “Campo de trigo con cuervos”, por lo que aquellos que gustan de ver más allá de donde no hay nada, afirman que los cuervos eran un anuncio de su muerte.

Y llamar loco a Van Gogh, como se ha escrito a veces, me parece exagerado (sobre todo, desde el mundo actual que dedica su tiempo y tecnología a fabricar productos de duración limitada, en vez de productos de calidad). Quizás, un poco zumbado sí, pero como todos los genios.

Seis meses después también murió su hermano Theo, en Utrech, a causa de la sífilis (sin comentarios; cosas de familia).

Theo se había casado unos años antes y tenía un hijo, al que llamó Vincent.

Su viuda, Johanna Gezina Van Gogh-Bonger, heredará todos los cuadros del artista. Y será a través de ella cuando se reconozca el valor de las obras de su cuñado.

En 1914, el cuerpo de Theo van Gogh es exhumado y enterrado junto a su hermano Vincent en Auvers-sur-Oise.

Paraqué

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