Conseguir energía limpia a partir de las sobras del vino ya es posible. De hecho, la primera célula fotovoltaica realizada con residuos de la vinificación se ha presentado este miércoles en la feria ‘Vinitaly’ de Verona, el mayor evento de estas características de toda Italia.
Esto ha sido posible gracias a ‘Cheers’, un proyecto de la Universidad de Venecia Ca’Foscari, financiado por la Comisión Europea a través del Fondo Social Europeo, en el que también participa el Grupo de Investigación ‘Nuevos Materiales Inorgánicos’, del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Málaga (UMA). La Universidad de Udine y la Vinícola Serena también son socios del mismo.
El profesor de la Enrique Rodríguez-Castellón ha estado presente en el encuentro, junto con la profesora Elisa Moretti, del departamento de Ciencias Moleculares y Nanosistemas de la Universidad Ca’Foscari. Ambos han explicado que lo que se busca con este estudio es recuperar y transformar la basura del procesamiento y la clarificación de los vinos para la construcción de células fotovoltaicas con colorantes orgánicos, las denominadas células de Gräetzel.
Según los expertos, el tinte extraído de las sobras del proceso de vinificación capta la luz solar inyectando electrones al semiconductor, capaces de atravesar el circuito externo, produciendo una corriente eléctrica renovable y sostenible, tal y como ha informado la UMA en un comunicado.
En definitiva, una alternativa a los sistemas tradicionales, que se basan en células de silicio, más económica, sostenible y eficiente, ya que permiten un reciclaje con bajo impacto ambiental, recuperando las sobras del vino y transformándolas en un recurso ecológico capaz de producir energía renovable.