“Si no los detienen, cerramos la frontera. La cerramos. Y la mantendremos cerrada durante mucho tiempo. No estoy bromeando”. La amenaza de Donald Trump fue dirigida a México ya que este permite a los migrantes centroamericanos cruzar el país para entrar en los Estados Unidos, su destino final. No satisfecho con amenazar a los mexicanos, el cuadragésimo quinto presidente amenazó con bloquear la ayuda financiera a Honduras, El Salvador y Guatemala, los tres países centroamericanos de donde provienen las caravanas de migrantes.
La política de Trump se ve a menudo teñida de amenazas, reflejando su manera de comunicar, con frecuencia descontrolada, sin tener en cuenta las consecuencias de la raíz de la problemática o de los problemas ocasionados por sus propias palabras. Los síntomas deben ser atacados directamente de forma sencilla. Se puede detener a los migrantes construyendo un muro o impidiéndoles entrar a los Estados Unidos a base de amenazas, incrementando el riesgo en sus viajes o haciendo que terceros los detengan. Problema ajeno. Norteamérica primero, cerramos las puertas, problema resuelto.
Las consecuencias de las amenazas de Trump, no obstante, son obvias. El cierre de la frontera con México no impediría la entrada de migrantes porque la gran mayoría no utiliza dichas fronteras. Los que llegan a los puertos de entrada tienen su documentación en regla y el cierre de la frontera impediría la entrada legal, pero no tendría ningún efecto sobre los migrantes que solicitan asilo y que por lo general ingresan al país de otras maneras.
La amenaza de Trump de cerrar la frontera se ha debilitado porque evidentemente alguien le habrá informado que las consecuencias económicas serían desastrosas. México es el tercer socio comercial de Estados Unidos y el cierre de la frontera significaría un daño severo en la economía de ambos países. Existen aproximadamente 600 miles de millones de transacciones al año entre los dos lados de la frontera. Cada día miles de camiones cruzan la frontera llevando mercadería en ambas direcciones, esto incluye frutas, verduras y manufactura, y también se suma el desplazamiento de los trabajadores que acuden a su lugar de trabajo diario. El cierre de la frontera significaría un desastre para los productos agrícolas que se pudrirán con tan solo unos pocos días de retraso. En noviembre del año pasado, el puerto de entrada de San Ysidro estuvo cerrado solo por unas horas y los resultados fueron realmente desfavorables. Un estudio de la Asociación del Gobierno de San Diego, encontró que incluso un leve retraso de 15 minutos en la frontera resultaría en la pérdida de 1.000 millones de dólares al año y 134.000 empleos.
La otra amenaza de Trump de bloquear la asistencia económica estadounidense a los países centroamericanos también produciría el efecto contrario al deseado. De hecho, agravaría la difícil situación económica y social, lo que desencadenaría un incremento en el número de migrantes. Nuevamente vemos como Trump no tiene conciencia de la verdadera raíz de los problemas. La administración de Barack Obama había intentado en 2014 duplicar los subsidios económicos en Centroamérica, alcanzando una cifra de 750 millones de dólares para mejorar la situación. Los fondos son administrados por grupos sin fines de lucro que cooperan con instituciones locales, ofreciendo educación y programas que pueden ayudar a la economía y la seguridad para estabilizar la situación y mantener a la gente en casa. Honduras, El Salvador y Guatemala son los países más pobres y violentos del mundo. No se trata de un regalo, porque la idea es reducir los gastos y las molestias en los Estados Unidos en cuanto al manejo de la frontera. Menos migrantes, menos gastos. Sin embargo, la situación de seguridad en América Central es tan peligrosa que a menudo la única salida es la emigración. La solución de Trump de eliminar estos fondos sólo empeoraría la situación, ocasionando un aumento significativo en las cifras de migrantes.
Las amenazas de Trump no son completamente absurdas, pero casi. El cierre de la frontera sería cuestionado legalmente no sólo por las empresas y los consumidores sino también chocaría con las leyes federales de inmigración. La eliminación de los subsidios a los países centroamericanos también sería políticamente complicada porque los fondos fueron adjudicados por el Congreso a pesar de que el presidente tiene flexibilidad para administrarlos. En definitiva, las amenazas de Trump están ligadas a su declaración sobre la crisis en la frontera, que ambas Cámaras han bloqueado legislativamente pero que, de todos modos, sin poder eludir el veto impuesto por el presidente.
La difícil posición en cuanto a la inmigración fue utilizada por Trump en la campaña electoral en la primera mitad de la legislatura con poco éxito, pero el 45avo presidente la considera su caballo de batalla para las elecciones de 2020. A sus fieles seguidores les complacerá, pero como se ha demostrado en las elecciones de mitad de período, esto no llevará a resultados positivos para Trump.
Sin embargo, después de varios días de amenazas, Trump retrocedió. En sus últimas declaraciones, elogió a México por su excelente labor para impedir que los migrantes centroamericanos entren en territorio mexicano. Se mantuvo en silencio sobre su otra amenaza de bloquear los subsidios a Centroamérica, pero ahora acusa a los demócratas de no querer cambiar las leyes de inmigración, algo muy fácil (según él) que podría concretarse en 45 minutos. Trump olvida, sin embargo, que durante los dos primeros años de su administración, su partido controló los poderes ejecutivo y legislativo. Evidentemente no dispusieron de 45 minutos para resolver el asunto de la inmigración durante ese período.