Actualmente él ejerce como director de un centro especializado en Desarrollo Neurológico Infantil donde realiza su actividad profesional como neurólogo pediátrico especializado en la evaluación y tratamiento de problemas de aprendizaje junto con un equipo de 5 profesionales entre los que están una psicóloga, una neuropsicóloga, una logopeda y una psicopedagoga. Además, cuentan con dos administrativas. Un hombre frente a seis mujeres, cuatro de ellas en el mismo rango profesional que él. Pero esto no es algo nuevo para él porque ya en la carrera era así. «La verdad es que hace ya unos años que terminé la carrera -explica- y me cuesta hacer memoria, pero la proporción era mayor de mujeres y estaba en torno a 60-65% de mujeres y 35-40% de hombres. Los porcentajes de género han cambiado mucho en sanidad en las últimas décadas y en las edades más jóvenes, la mayoría son mujeres ampliamente». Por su parte ella ejerce en Hospital de Alta Resolución de Lebrija, un centro público.
Más hombres que mujeres o al contrario
La realidad es que la pediatría es una especialidad eminentemente femenina. «Cuando empecé la especialidad lo tuve claro rápido. Éramos 12 compañeros de promoción y solo 3 éramos hombres. Creo que con eso queda todo dicho. La jefatura de urgencias pediátricas y de UCI pediátrica eran de mujeres y creo que podría seguir mucho más haciendo referencias de este tipo» -sostiene. En el caso de la oftalmología Dolores Morillo parece estar de acuerdo con su marido: «En mi especialidad la proporción es de 60% 40%, siendo mayoría las mujeres”, explica.
La brecha ‘biológica’, los hijos
Ambos esperan para septiembre a su primer hijo, hecho relevante que hará que modifique su tiempo: «Llevo mucho tiempo organizando muchos aspectos de mi actividad profesional para poder atender sus necesidades de la mejor forma posible cuando nazca. Entre mi mujer y yo estamos trabajando mucho juntos para dejar todo lo posible previsto para entonces. Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es el tiempo y después del nacimiento voy a tener que dejar mucho de lo que hago hoy en día para dedicarle todo el tiempo que necesiten el bebé y mi mujer». «Hemos hablado en muchas ocasiones sobre el hecho de tener hijos y cómo eso condicionaría la situación profesional de mi mujer» -explica. «Hay muchos motivos que podría contarte, pero el más evidente es que las condiciones laborales de los médicos en nuestro país son muy precarias, tanto por ingresos como por derechos laborales. En la sanidad pública cuentas con contratos temporales de muy poca duración que renuevas con frecuencia, a veces firmando un contrato al mes. Si te quedas embarazada, el riesgo de que no te vuelvan a contratar es altísimo» – lamenta. Y en cuanto a la sanidad privada, «son excepcionales los contratos laborales. La mayoría de las clínicas te obligan a trabajar como falso autónomo y, por lo tanto, no tienes ningún derecho a baja maternal, a paro ni a nada. Además, no hay ningún apoyo a la maternidad. Así, a ver quién es el valiente que se atreve», reclama. La doctora Morillo, su mujer lo tiene claro: «me planteo reducir mi jornada cuando me reincorpore tras la baja maternal».
Discriminación en la ciencia para la mujer, ¿verdadero o falso?
El neuropediatra parece tenerlo claro: «En la actualidad creo que no. Es cierto que durante muchos años han estado en un segundo plano y muy limitadas por las convenciones sociales, pero en la época actual, las mujeres tienen un importante potencial que aportar y creo que todos somos conscientes del beneficio que esto supone, aunque fuera desde un punto de vista egoísta. Seguro que hay cosas que se pueden hacer mejor, pero creo que estamos en el buen camino en este campo».
En cuanto a si existe un techo de cristal o no: «Yo creo que, en sanidad, el techo que hay no está relacionado con el género. No creo que en esto haya ninguna limitación por motivos de género sino con aspectos principalmente ideológicos. La sanidad es un área fundamental en nuestra sociedad actual y el problema que vivimos los médicos cada día es el uso demagógico de la misma en beneficio de unos objetivos que no son de salud sino políticos. A eso le añades que hay médicos que entran en ese juego para sacar su propio beneficio y ya está el tinglado montado», denuncia. La doctora Morillo, por su parte, explica que no ha notado diferencias por el género: «Indudablemente existen condicionantes en la percepción que la comunidad científica tiene hombres y mujeres, al igual que en el resto de la sociedad, pero esto no significa que las mujeres no tengamos acceso a las mismas posibilidades que los hombres» -afirma. «No detecto que exista una discriminación hacia la mujer como tal, sin embrago, las exigencias para el profesional pueden ser incompatibles con los imperativos biológicos que acompañan a la reproducción».
En cuanto a si cobran o no lo mismo él parece tenerlo claro: «En sanidad y en lo que yo conozco, sí. El problema está en las condiciones laborales fundamentales con las que contamos los médicos en nuestro país. Si tienes que firmar un contrato al mes, muchas veces a jornada parcial o trabajas como falso autónomo, el problema no está en la diferenciación de género, sino en la más ínfima precariedad a la que nos tienen obligados», se lamenta. «Lo que sí he vivido con compañeros a mi alrededor, si en algún momento hay que establecer un orden de prioridades en el ámbito laboral, las mujeres tienen más riesgo de perder su trabajo por el hecho de quedarse embarazada o ser madre y tener un hijo a cargo. Esto hace que, en muchas ocasiones, haya una mayor carga de trabajo para el hombre con la intención de poder dar prioridad a quien tiene más opciones de mantener un trabajo estable y con ello, unos ingresos más asegurados en el tiempo. Una pena, pero es así y llevamos años viviendo en esta situación sin que las condiciones laborales cambien», explica.
Precisamente -explica- «toda esta combinación de adversidades fue la que me llevó a decidir abandonar la sanidad pública y la privada por cuenta ajena para poner en marcha mi propio centro donde no estar expuesto a estos vientos y tempestades constantes en función de la situación coyuntural del sistema, que solo va empeorando con el tiempo».
Sobre Manuel Antonio Fernández
El Dr. Fernández Fernández es Pediatra especialista en Neurología Pediátrica, experto en el tratamiento de trastornos de la conducta y trastornos del aprendizaje. Con más de 10 años de experiencia, actualmente es coordinador del Área de Neurología Pediátrica del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica y del Grupo de TDAH de la Sociedad Europea de Neurología Pediátrica. Durante su larga trayectoria, ha publicado diferentes artículos en revistas científicas sobre Neurología pediátrica, Neuropsicología y Trastornos del desarrollo.
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