Los agentes de la Guardia Civil que sacaron el cuerpo de Julen del pozo en el que cayó hacía 13 días han expresado que tuvieron una sensación «agridulce» y «sentimientos encontrados» cuando lograron dar con el pequeño, pero «no con el final que hubiésemos deseado». No obstante, han asegurado que «en ningún momento» dejaron de creer que pudiera estar vivo y dieron «más de lo que podíamos para llegar a él lo antes posible».
Tres agentes del Equipo de Montaña de la Guardia Civil con base en Álora (Málaga), junto a todos los efectivos de dicho cuerpo que participaron de alguna manera en el amplio operativo de rescate de Julen, el niño de dos años que cayó a un pozo en Totalán (Málaga), han recibido este martes el reconocimiento y agradecimiento de parte del director del instituto armado, Félix Azón.
El agente Nicolás Rando ha asegurado que la experiencia ha sido «brutal» porque ha sido «un rescate muy laborioso y complicado», en el que ha habido una «coordinación perfecta para luchar contra los contratiempos que iban surgiendo» en cuanto a la dureza del material que todo el operativo se ha ido encontrando en la sierra de Totalán. El único fin era «llegar a Julen lo antes posible».
«Nos crecemos con la adversidad y no dejamos que la parte psicológica nos afectara», ha indicado Rando. «Somos padres, con niños de esas edad, y eso nos hacía que empujáramos más hacia adelante», ha apuntado, insistiendo en que «cuando tienes hijos de esas edad te toca la fibra».
Así, ha manifestado a los periodistas que «una vez que bajas tienes que hacer un buen trabajo en la inspección ocular», haciendo las labores de policía judicial, «y a pesar de casi 48 horas sin parar teníamos que estar concentrados y hacerlo todo como sabemos», destacando el trabajo tan duro que han realizado los mineros de la Brigada de Salvamento de Hunosa.
Ha apuntado que su familia ha vivido la situación «con preocupación por este rescate atípico, porque nosotros estamos acostumbrados a meternos en cuevas, en sitios más estrechos, pero esto es una obra civil y meterte por un tubo de hierro es una sensación un poco extraña».
Rando ha indicado que cuando lograron sacar al pequeño del pozo hubo «un momento de silencio a pesar de todo el mundo que había allí y las máquinas; fue un momento bastante duro porque no queríamos ese final». «Todo esto se irá pasando con los días, con la familia, con los compañeros, con intentar volver al día a día porque la gente nos sigue necesitando en la montaña y tenemos que estar al 100 por cien para poder socorrerlos», ha asegurado.
El agente Alberto Ortiz, otro miembro del equipo de montaña, ha asegurado que «en ningún momento» dejaron de creer que Julen podía estar vivo, «podíamos presuponer lo que podía ocurrir, pero hasta que no llegásemos a él no dábamos nada por hecho», asegurando que han estado «trabajando dando más de lo que podíamos para llegar a él lo antes posible».
Ha reconocido que les ha desgastado física y moralmente «porque no ha tenido el final que nosotros deseábamos» y ha expresado el agradecimiento a toda la gente que les ha apoyado; un ánimo que han sentido y que «ha sido el puntito que nos hacía falta para poder continuar con fuerzas». «Ahora toca recuperarse y estar preparado para otro rescate», ha manifestado.
En la última parte del rescate, bajaron al túnel horizontal que conectaba con el de Julen dos mineros con un miembro de la Guardia Civil, por si se encontraba al pequeño y este agente tenía que actuar como Policía Judicial o rescate.
Francisco Maturana es el agente que estaba en ese turno y ha expresado que en el momento de encontrarlo «se te cae el alma al suelo, tienes sentimientos encontrados y tienes que sacar fuerzas de donde puedas para hacer tu trabajo y hacerlo bien». «Somos guardias civiles pero somos personas, tenemos hijos, familias y estas cosas te afectan», ha reconocido.
Ha asegurado como sus compañeros que la sensación del rescate «es agridulce, porque el final no es el que nos hubiese gustado» a pesar de incidir en que «se ha trabajado todo lo rápido posible». Por un lado, ha dicho que siente orgullo «con el trabajo que se ha hecho por parte de todos», pero por otro lado tristeza «porque el desenlace no ha sido el que queríamos», apuntando que «al menos será un alivio para los padres tener a su hijo».
Otros efectivos de la Guardia Civil que actuaron fueron del Servicio de Desactivación de Explosivos, encargados de las microvoladuras que permitían a los miembros de la Brigada de Salvamento Minero de Asturias seguir con el túnel horizontal que conectaría con el pozo de Julen. «Hemos tenido la misma tensión que el resto del operativo, el querer hacer rápido y lo mejor posible», ha dicho el agente Óscar Leal.
Estos tres especialistas han trabajo en coordinación con el equipo de montaña de la Guardia Civil y con los mineros, con los que «hemos hecho un tandem muy bueno porque ellos sabían lo que éramos capaces de realizar y nosotros lo que ellos iban a hacer», ha asegurado el responsable de dicha unidad, Emilio Caba, indicando que han tenido que hacer un trabajo «muy fino» en momentos como la última microvoladura por la cercanía al lugar en el que pensaban que estaba el pequeño, unos 70 centímetros.
«Habéis sido los primeros en llegar y los últimos en marchar, de hecho aún estamos trabajando», ha dicho el director de la Guardia Civil, quien ha tenido palabras para los padres del pequeño, a los que ha dado el pésame y les ha dicho que les acompañan en el dolor. «No tengo palabras, perder un hijo es tremendo», ha señalado, transmitiendo la disposición y solidaridad «que es lo único que podemos darles».
Azón ha asegurado que «tenemos la íntima satisfacción del deber cumplido, hemos hecho lo que se esperaba y todo lo que hemos sido capaces de hacer», aunque ha apuntado que eso «no nos impide estar profundamente tristes por el resultado».
Ha manifestado que «una vez más» se ha puesto de manifiesto el carácter de este cuerpo, que «pone por delante el servicio» a cualquier otra cosa, y ha destacado también el perfecto trabajo de coordinación realizado por el instituto armado tanto entre los distintos grupos como con otros efectivos y con varias instituciones diferentes.
«Lo que nos hubiera gustado es no haber tardado 13 días, sino haber sido capaces de haberlo hecho en 24 horas y haber tenido la suerte de que Julen hubiera podido ir al hospital a curarse», ha señalado el director de la Guardia Civil, quien ha afirmado que «el estrés de la solidaridad nos ha hecho trabajar casi rozando la perfección porque nos ha obligado a dar lo mejor que somos capaces».
Así, se ha referido a la «ingeniería de la solidaridad» que se ha puesto en marcha junto con Bomberos, Emergencias 112, mineros, ingenieros, psicólogos, empresas privadas y otros que «han estado trabajando con el mismo entusiasmo, entereza y dedicación» para rescatar a Julen. Por último, ha agradecido también a las familias de los efectivos el apoyo dado.