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martes, noviembre 26, 2024

Arte para profanos: «Autorretrato con collar de espinas y colibrí » Frida Kahlo, 1940

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Margarita Carmen Frida Kahlo Calderón fue una pintora mexicana nacida en 1907 y muerta en 1954, a los 47 años.

Su vida estuvo marcada por la enfermedad y por la desgracia. Con 6 años contrajo la poliomielitis. En general, tuvo una infancia bastante delicada. Con 18 años sufre, junto a su entonces novio, un grave accidente, cuando el autobús en que viajaban fue arrollado por un tranvía. Su columna vertebral quedó quebrada en tres partes, y una pierna en once partes, lo que le daría lugar a 32 operaciones a lo largo de su vida. También, un pasamanos del autobús, le atravesó la cadera, hasta salir por la vagina, lo que haría imposible que pudiera ser madre en el futuro.

Su padre, Carl Wilhelm Kahlo, a quien algunas fuentes lo consideran un judío de origen húngaro, en realidad era un inmigrante alemán, fotógrafo, que llegó a México con 20 años, en 1891, y que poco después se casó con María Cardeña, con la que tuvo 2 hijas, y  que murió de parto de la tercera, en 1897. Meses después, Guillermo Kahlo –quien ya había hispanizado su nombre- se casará con Matilde Calderón, la madre de Frida, siendo ésta la tercera de las hijas de este segundo matrimonio.

Durante la convalecencia de su accidente, Frida empezó a pintar de forma constante. De 1926 es su primer autorretrato, tema que será el principal en sus casi 200 obras: “Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy la persona a quien mejor conozco”. Así justificaba ella su afición por sus propios autorretratos.

En 1929 se casó con Diego Rivera, el famoso muralista mexicano de ideología comunista, y 20 años mayor que ella. Ella era delgada y pequeña, mientras que él, obeso y grande; de ahí que hubiera quienes se refirieran a la pareja como el elefante y la paloma. Su matrimonio consistió en una relación abierta, con continuos romances, tanto de él como de ella, siendo el que tuvo con León Trostky, el más famoso. Incluso se le conocen aventuras con otras mujeres. En 1939 se produce el divorcio, y en 1940 volverían a casarse de nuevo. Más tarde, ella se referiría a su matrimonio con Diego Rivera como el segundo gran accidente de su vida. Ella, masoquista; él, sádico. Tal para cual.

De esta época, divorciada, entre sus dos matrimonios con Diego, es la creación de su obra “Autorretrato con collar de espinas y colibrí”, donde se refleja su turbulento mundo interior, en el que el dolor y la lucha son una constante. Ella se pinta en esta obra con un collar de espinas que se hunden en su pecho, en representación del divorcio. De las espinas cuelga un colibrí muerto con las alas extendidas, a imitación de sus propias cejas. El gato negro sobre su hombro simboliza la mala suerte. En el otro hombro pinta el mono que le había regalado Diego y, sobre su pelo, las mariposas representan la resurrección. El fondo, el espeso muro de plantas tropicales, expresa el equilibrio entre el dolor y la naturaleza de la vida.

El poeta francés André Breton, en un viaje a México, la define como parte del movimiento surrealista, invitándola a exponer en Nueva York y París. Pero ella nunca se sintió tal como la llamó Breton: “Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños. Sólo pinté mi propia realidad”. En Europa conocerá personajes como Paul Éluard (el primer marido de Gala de Dalí), Picasso o Max Ernst.

Los últimos años de su pintura serán el reflejo vital de su situación personal, que traslada a sus cuadros. Su pintura significa la liberación física y simbólica de su condición enferma, de sus corsés, hospitales y múltiples operaciones, incluida la amputación de su pierna izquierda, además de la frustración por sus abortos: “Intenté ahogar mis penas en alcohol, pero las condenadas aprendieron a nadar”, otra de sus grandes frases célebres, que vienen a confirmar, además, la profunda dependencia del alcohol que también padeció.

Su deterioro físico la condujo a la muerte en julio de 1954. Décadas después, el reconocimiento internacional la ha convertido en la pintora mexicana de mayor fama mundial, algo que va más allá de sus autorretratos y del dolor que expresaba en sus pinturas, pues, además, su imagen ha pasado a ser identificada como un icono del feminismo radical por su condición de bisexual, bohemia, rebelde y contradictoria (aunque obviando la relación de sumisión y dependencia hacia su marido). Dejó de ser conocida artísticamente como la esposa de Diego Rivera, para convertirse en Frida Kahlo, un nombre-marca, una figura blanqueada y reconvertida en el modelo feminista del arte, un icono pictórico de finales del siglo XX.

Famosos, como Madonna, son coleccionistas-inversores de una gran parte de sus obras, porque, siempre, llega un momento en el que el arte deja de ser arte, para convertirse en negocio. El márketing hace el resto.

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