En su libro «Martes con mi viejo profesor», el escritor
Mitch Albom, cuenta lo que le sucedió en uno de los
momentos de mayor confusión de su vida. Subido a la
cima del éxito, tenía la impresión de haber perdido el
control sobre su existencia, cuando contactó con un
viejo profesor de universidad, Morrie Schwrtz, el cual
decidió darle sus últimas lecciones, en la antesala de
la muerte.
Hasta el último suspiro, alumno y maestro se reunieron
cada martes para debatir sobre que es lo que cuenta al
final de todo. Estas lecciones llenas de sentido común
y humanidad, tuvieron como protagonista el amor.En
opinión del viejo profesor, la mayoría de las personas,
consume la vida tratando de «engullir» algo nuevo: un
coche, una casa..Pero nunca están satisfechas:¿Sabes
como he interpretado eso siempre? Estas personas,
tenían tanta hambre de amor, que aceptaban sucedáneos.
Abrazaban cosas materiales, esperando que estas les
devolvieran el abrazo de alguna manera.Pero eso
no da resultado nunca.Las cosas materiales, no pueden
servir de sucedáneo del amor, ni de la delicadeza, ni
de la ternura, ni del sentimiento de camaradería.