Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima), que desempeñan su trabajo en la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Salud Mental del Hospital Regional de Málaga y el Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria, publican un estudio novedoso en la revista ‘Scientific Reports’, perteneciente al grupo ‘Nature’, en torno al papel de los mecanismos biológicos subyacentes a la relación entre obesidad y trastorno mental.
La publicación pone de manifiesto la existencia de una posible incidencia entre los factores inflamatorios del tejido adiposo humano y algunos tipos de enfermedades mentales comparando la población de sujetos obesos y no obesos, según han indicado desde el Ibima a través de un comunicado.
El proyecto está liderado por Rajaa El Bekay, investigadora del grupo de investigación ‘Endocrinología y Nutrición, Obesidad y Diabetes’, del que se encuentra Gabriel Olveira al frente como investigador responsable. Asimismo, este trabajo también ha contado con la participación de Lucía Pérez Costillas, especialista del área de Psiquiatría del Hospital Regional de Málaga.
Para ello, el equipo de investigación se basó en un estudio observacional de muestras de tejido adiposo, tanto subcutáneo como visceral, procedentes de pacientes obesos y no obesos, a quienes se les diagnosticó ansiedad o trastornos del estado de ánimo, analizándose algunas moléculas inflamatorias implicadas en este proceso.
Según El Bekay, «el tejido adiposo ahora se considera un órgano endocrino activo que secreta en diversos factores humorales, y su cambio a la producción de citoquinas proinflamatorias en la obesidad, contribuye a la inflamación sistémica de bajo nivel que se observa en patologías crónicas como el síndrome metabólico».
En este sentido, la investigadora también aseguró que «los resultados de la investigación mostraron que los niveles de expresión génica de los marcadores inflamatorios, principalmente en la grasa visceral, fueron significativamente más altos en sujetos con ansiedad y con trastornos del ánimo comparado con sujetos que no padecen ninguna enfermedad mental».
Por otro lado, Pérez Costillas profundizó en la importancia de estudiar cómo la inflamación del tejido adiposo podría asociarse con la presencia de trastornos relacionados con salud mental como la ansiedad, o cambios en el estado de ánimo tanto en sujetos obesos como no obesos.
Además, según la Pérez Costillas «existe una evidencia de un vínculo bidireccional entre la obesidad o alteraciones metabólicas y el estado neuropsiquiátrico». En esta línea, según la psiquiatra «este grupo de investigación multidisciplinar está desarrollando más estudios para analizar si los procesos inflamatorios que se originan en el entorno del tejido adiposo se podrían extender al cerebro y conducir a cambios sustanciales en la actividad de algunos circuitos, el metabolismo o la señalización de los neurotransmisores, entre otros».
Cuestiones que, según matizó, «nos llevan a pensar que existe una fuerte asociación entre el cerebro y el tejido adiposo y, por tanto, entre la obesidad y los trastornos mentales».
Tal y como han indicado desde el Ibima, la obesidad, pese a estar normalmente relacionada a enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina, también ha sido identificada como un mediador importante en la relación con enfermedades mentales. De hecho, más del 58 por ciento de la población andaluza presenta sobrepeso u obesidad, mientras que la prevalencia de la diabetes en la comunidad autónoma andaluza se sitúa en torno al 15 por ciento, algo superior a la media nacional.
En torno al 35 por ciento de los sujetos obesos padecen, además, algún tipo de enfermedad mental, un porcentaje que ambas investigadoras consideran «bastante alto» y que «llevan a pensar en estrategias para encontrar posibles dianas de diagnóstico y tratamiento precoces», han asegurado.
Tanto El Bekay como Pérez Costillas apuestan por «la identificación de biomarcadores que ayuden a diagnosticar y prevenir la aparición de la enfermedad mental actuando en el comienzo de la obesidad, así como la posibilidad de revertirla, para servir como herramienta de diagnóstico precoz que contribuiría a la toma de decisiones en el ámbito clínico en relación a la prescripción o no de un tratamiento preventivo a sujetos con problemas de obesidad y metabólicos».