En ciertos momentos. llegamos al convencimiento, que
muchos de nosotros, formamos parte del concierto que
emite la vida.
Que somos igual, que esos gorriones del alma, que por
diversas causas, han decidido volar con su danza propia,
en ese cielo, que tenemos por techo, en los atardeceres
rojos.
Creo, que somos espuma suavizando el olvido, inmersos
en el eco de la vida, con la intención de recoger el poco
amor que existe en el aire.
Adoramos -en grado sumo- la calma, que intenta darle
alimento a las noches vacías de contenido.
¡Que maravilloso sería, convertirse en ese lucero que
observa a nuestra brillante luna plateada, emitiendo
un bello canto de diosa a los mares!!.