Todo se deriva de una necesidad de comunicación, intercambio, reconocimiento que se activa fácilmente al “publicar”, “poner como” y “seguir” los contenidos que más nos afectan y captan nuestra atención. La nueva jerga creada por las redes sociales es hoy en día de uso común entre las diferentes generaciones. A veces puede faltar una expresión o un “dialecto”, pero incluso los adultos más resistentes eventualmente entienden el significado de “dar un me gusta a una página” o “compartir un tuit”.
Esta es una parte, una premisa parcial del fenómeno. Pero el dedo ahora está enfocado en aquellas personas que se expresan de manera coherente y correcta según el medio que utilicen. Formal y profesional en LinkedIn, juguetón y en ocasiones comprometido en Facebook, puntual y categórico en los grupos de WhatsApp, erótico e imaginativo en el chat de citas, y así sucesivamente.
¿Cuál es el riesgo real?
Si sentimos que tenemos demasiada confianza en solo uno de estos canales de comunicación, corremos el riesgo de disociar nuestros múltiples modos de expresión. Una división de los valores y las características de la personalidad del individuo puede llevar a una esquizofrenia cibernética de la persona que está en peligro de olvidar una parte de sí misma, de adormecer el sentido de ciertas emociones, especialmente las negativas, evitando y desaprendiendo así para enfrentarlas.
Lo que, por lo tanto, podría ser un recurso, que es gobernar las diversas herramientas para mejorar los diversos aspectos de la personalidad, se convertiría en una guillotina que podría eliminar situaciones de inquietud.
Incurrir en esta subdivisión de variables conduce a la alienación y la soledad. Ese es precisamente el motor de quienes, sintiéndose solos, buscan en línea intentar emociones y relaciones efectivas. Este movimiento, sin embargo, debe ser experimentado en la vida, porque no es saludable exponerse en la red de manera total y única.
Cuidar la identidad propia, debe ser el objetivo principal de cada individuo. Para poder otorgar, incluso a la imaginación, la posibilidad de vivir otras nuevas e innumerables vidas.
Carlos Casaleiz
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