La escuela española, no solo es una de las que asigna más tareas a los estudiantes, sino que también es una de las más discriminatorias en Europa: la OCDE afirma que España está entre los países que más horas de deberes establece a la semana, aproximadamente, seis horas de media, a la que habría que sumar las transcurridas ya en la jornada escolar.
Por este motivo muchas familias se ven obligadas a recurrir a clases de refuerzos para sus hijos/as ya sea de inglés, francés, matemáticas, etc.
¿Las tareas o deberes perpetúan las desigualdades en la educación?
Las tareas o deberes son una oportunidad para aprender, pero también pueden fortalecer las disparidades socioeconómicas en relación con el rendimiento de los estudiantes. Las instituciones educativas y los maestros deben tratar de activar una serie de iniciativas para facilitar a los estudiantes desfavorecidos en el desempeño de sus funciones. Por ejemplo, podrían ayudar a los padres a motivar a sus hijos a realizar más tareas. Además de proporcionarles servicios para que los estudiantes desfavorecidos tengan lugares, en la escuela (digital o real), donde puedan completar el trabajo de clase donde estos lugares estén «disponibles» en sus hogares.
Otro de los problemas son las familias en riesgo de exclusión como las monoparentales, de éstas, el 53% están en situación de pobreza por falta de medidas y voluntad política. Un dato a resaltar es que el 80% están formadas por mujeres y sus hijos/as. Estas familias con escasos recursos económicos, en ocasiones no pueden recurrir al apoyo de clases particulares. Cuantas más familias sientan la necesidad de recurrir a las clases y profesores particulares para completar la educación de sus hijos/as, más estará fracasando el sistema educativo reglado y la igualdad de oportunidades. Por tanto de esta manera, se perpetúa la inmovilidad social y se puede visualizar ese techo de cristal que limita a la mujer. Además una de las consecuencias a nivel educativo es la brecha de rendimiento académico.
Según las fuentes consultadas, los datos resaltan los siguientes elementos de reflexión en la infraestructura escolar:
– Las escuelas son un multiplicador de desigualdades y no un «elevador social» para estudiantes en condiciones económicas desfavorecidas.
– La condición económico-cultural de las familias es la verdadera fuerza impulsora del éxito educativo de los estudiantes y las familias desfavorecidas se encuentran con una función que no es suya y que debe cumplir la institución educativa.
En una revisión de más de 180 estudios de investigación (Bennet, 2006) en la Universidad de Duke se concluyó que no parece haber correlación entre los deberes y el éxito académico en la escuela. No hay ninguna prueba que confirme que los deberes ayuden a cumplir retos educativos a largo plazo, como crear personas con inquietud por el aprendizaje, creativas y capaces de pensar analíticamente.
Ante esto, sería interesante proponer una serie de reformas en el currículo para establecer unos procesos de enseñanza y aprendizaje más motivadores, prácticos y centrados en la adquisición de competencias básicas. Paralelamente, si se modifican estos aspectos, también de manera simultánea se retroalimentaría la igualdad social desde la educación.
En definitiva, la educación es una herramienta transformadora de la sociedad. Desde la educación se ha de fomentar la equidad social, objetivo que aún se ha de seguir trabajando.
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Rocio Gómez Carrillo
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