Los amantes, con la primera luz del día, suelen
romper el encanto mantenido durante el transcurso
de la noche, acompañado por la pasión, para regresar
al mundo de las obligaciones, recordando de forma
agradable, lo acontecido instalado en el silencio.
En la memoria, permanecen cautivos esos besos y
ternuras dispensados con generosidad.
Quizás debiéramos -llegado su momento- desafiar
la tormenta, con palabras que lleguen al silencio más
evocador, intentando ser esa queja que llega algo
vencida a la luz de los luceros nuevos…
Resulta conveniente, plantar semillas de amor y
optimismo, para recoger mañana frutos de alegría
y felicidad