- Un animalista no debe parecerlo, además debe serlo
- La activista de PACMA Cristina García cuenta como cambió su vida por completo al decidir luchar por los animales
“Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo”. La aclamada frase de Gandhi nunca tuvo más sentido que dentro del movimiento animalista. Algunos “despertaron” ante una corrida de toros, otros lo hicieron cuando consideraron a su perro o a su gato como un miembro de su familia. Y en el caso más claro, todos sin excepción se habían llevado alguna vez y sin miramientos un filete de la barbacoa a la boca, pero ahora muchos han dejado de consumir productos de origen animal y son veganos. La mejor muestra de que el mundo al que aspiran es posible son ellos mismos; el cambio que decidieron para su propio estilo de vida.
Una de esas pruebas evidentes es la número tres en las listas de PACMA para las elecciones andaluzas por la provincia de Málaga, Cristina García, que hace cuatro años decidió incluir a los animales en su círculo de consideración moral y ampliar su propio concepto de animalismo.
Cristina, que había comprado animales, montaba a caballo e, incluso, fue asistente de alguna capea en la que “sólo miró”, empezó a ver a los animales de otra manera y decidió afiliarse a PACMA. Poco a poco cuestionó su propio comportamiento y empezó a discutir con otras personas hábitos y costumbres que antes ni valoraba. Hasta el punto de que si bien antes tenía un caballo al que montaba, de repente le buscó un refugio en el que vivir sin ataduras y dejó de montarlo. Ahora lo visita sólo con la intención de jugar con él y darle cariño. “Algo hizo clic en mi cabeza y sentí la necesidad de dar un paso más por los animales. Analicé todas las cosas que hacía, que no me había planteado y que tenían una repercusión en cómo yo misma trataba y veía a los animales. Después todo fue progresivo y hoy día ni siquiera consumo productos de origen animal”, explica Cristina.
Los cambios nunca son sencillos, aunque Cristina estaba decidida. Empezó a darse cuenta de que para algunas personas en su círculo de familiares y amigos su manera de pensar era vista como radical o tomada “a cachondeo”. Sobre todo, con la alimentación. “Yo siempre he sido una persona muy comilona y al principio se lo tomaban a cachondeo. Pero no hubo ningún conflicto porque yo tenía muy claro que ya era vegetariana. Me siento orgullosa porque, al final, tanto mi pareja como mi familia se han adaptado a mí. Incluso reconsideran en algunos aspectos su forma de ver y tratar a los animales”, dice la malagueña.
Las redes sociales fueron una herramienta en la que encontrar personas que pensaban y sentían como ella. Así se afilió a PACMA donde colabora como voluntaria y ha participado en las últimas concentraciones y eventos. “Ha sido un cambio en mi vida del que me siento muy satisfecha. Puedo decir que ahora duermo tranquila siendo coherente conmigo misma. Ya no miro para otro lado”, concluye.
El animalista es uno de los movimientos sociales que más coherencia reclaman y sus integrantes en toda España son ya parte del mundo con el que sueñan.
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