En este atardecer, caen incesantes gotas de lluvia,
ellas se muestran mojadas, desnudas,y puras llegando
a humedecer el alma.
Decidiste aparecer, usando el acostumbrado atajo,
desnudaste tu alma con lentitud y compartimos la
deseada unión, con pasión y entrega, sin recatos de
ningún tipo y mucha dulzura.
Al llegar el amanecer y despertar, comprobé que
habías inundado mi alma.
Soy consciente, que al partir dejaste olvidado un
suspiro, siendo el mismo, un signo de identidad que
me confirmó tu corta visita.
Mientras espero de nuevo tu regreso, procuraré
dormir al amparo de la luna para despertar con el
sol del nuevo día.