Venus, la diosa del Amor, es el equivalente romano de la Afrodita griega. Su nacimiento fue un poco peculiar. Abreviando mucho, quedaría así: resulta que el dios Urano (el Cielo), estaba en trámites de separación con su esposa, Gea (la Tierra). Como no llegaban al mutuo acuerdo, el hijo mayor de ambos, Cronos (el Saturno romano), de parte de la madre, con tal de ocupar el lugar del padre, no tuvo otra cosa sino que cortarle los coj…., perdón, los genitales a su padre. Gotas de sangre, de semejante corte sin anestesia, cayeron al mar. Y de la espuma que se formó surgió una rubia impresionante, Afrodita (Venus, para los romanos), que, montada en una concha, empujada por Céfiro, el dios del viento, y por Aura, la suave brisa, llegó a la orilla, donde la esperaba Flora, la diosa de la Primavera, para arroparla con una túnica. Todo un visionario Boticelli: se cambian algunos nombres por el del ginecólogo, la matrona y la auxiliar y parece que está describiendo un parto en la Seguridad Social. De los más natural del mundo…
Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi nació en Florencia en 1445. Acortó su nombre con el diminutivo Sandro y Boticelli le viene del apodo de su hermano mayor, Giovanni, a quien todos conocían por el tonelete, por su obesidad. Y, así pues, Boticelli terminó por aplicársele a todos los miembros de su familia.
Boticelli plasmó el mito de Venus en un inmenso lienzo de 178×278 cms, por encargo de un miembro de la familia Médici, los ricos y poderosos mecenas de la Florencia renacentista. Utilizó como modelo la imagen de la mujer que amó en secreto y que nunca podría tener. Y eso es porque Simonetta Cattaneo había muerto en 1476, de tuberculosis, a los 23 años de edad. Había nacido en Porto Venere (Puerto Venus), pequeña ciudad entre Génova y Florencia, adonde llegó a los 16 años para casarse con Marco Vespucci (pariente del futuro famoso navegante Américo Vespucio, que daría nombre al continente americano). Aunque su matrimonio fue un desastre, su belleza brilló en toda Florencia. Posó para algunos artistas, y gozó del favor de los hermanos Lorenzo y Giuliano Médici, quien en un torneo la nombró como la más bella de las mujeres y con quien, posiblemente, tuvo una relación. Boticelli se enamoró de ella desde la primera vez que la vio. El suyo fue un amor platónico. La mayoría de los futuros personajes femeninos de sus obras tendrán los rasgos de Simonetta, como es el caso del Nacimiento de Venus, terminado 9 años después de su muerte (y que podría hacer referencia también al lugar de nacimiento de ella). La pintó, incluso de memoria, en muchas de sus obras sobre la Virgen y también como sus diosas mitológicas. Desde sectores de la Iglesia hubo quien puso el grito en el cielo, al ponerle el mismo rostro a la Virgen que a diosas paganas.
Más de 30 años después de la muerte de ella, y poco antes de su propia muerte, Boticelli expresó su voluntad de ser enterrado en la Iglesia de Ognissanti, a los pies de la tumba de Simonetta. Esta fue su forma de pasar la eternidad junto a la mujer que amó en silencio, la mujer más bella del Renacimiento, su amor imposible.
Vacaciones de película en Florencia: una habitación con vistas a la Galería de los Oficios, al Renacimiento, a la Belleza, a la Historia, al Amor Eterno.