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domingo, noviembre 17, 2024

Estudiantes adoptan modelos verdes contra la pobreza energética

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En África, hay 640 millones de personas, casi el doble de la población de Estados Unidos, sin electricidad, muchas de las cuales dependen de fuentes contaminantes para la cocina, la calefacción o la iluminación de sus hogares.

Brian Kakembo Galabuzi, un estudiante de economía de Uganda, no tiene una solución general, pero sí una ayuda limpia y barata.

Galabuzi fundó la «Empresa Joven del Desperdicio a la Energía» (WEYE, en inglés) registrada como compañía limitada, que fabrica briquetas combustibles a partir de desperdicios agrícolas y orgánicos.
La idea se le ocurrió tras los intercambios que mantuvo en la Cumbre Internacional de Estudiantes sobre Energía, realizada en Bali, con otros estudiantes preocupados por la pobreza energética.
La pobreza energética se define como la falta de fuentes modernas adecuadas para cocinar, calefaccionar, iluminar y proveer de servicios esenciales a fábricas, escuelas, centros de salud y para la generación de ingresos.
WEYE se creó con la idea de comercializar desperdicios orgánicos para implementar soluciones energéticas a fin de crear una transición hacia una forma de cocinar más limpia y a cargo de las y los jóvenes de Uganda.
La promesa de lograr ingresos u obtener beneficios resultó efectiva para que ese sector adopte la energía sostenible como fuente de ingresos. Ellos la promueven porque quieren obtener ganancias, explicó Galabuzi.
“Creemos que los beneficios de la energía sostenible, como el ahorro de tiempo, el aire limpio, la conservación ambiental y la buena salud no es lo que los jóvenes, con altos índices de desempleo, quieren escuchar”, precisó.
“La mayoría de la población mundial está conformada por jóvenes, de los cuales la mayor parte está desempleada. Por eso diseñamos una solución basada en beneficios económicos para las mujeres y los jóvenes desempleados”, indicó Galabuzi.

Rica en recursos, pero pobre en energía

África tiene mucha energía, pero casi las dos terceras partes de sus más de 1.200 millones de habitantes no tienen electricidad.
Se estima que el continente africano tiene 10 teravatios potenciales de energía solar, 350 gigavatios de hidroeléctrica y 110 gigavatios de eólica, las que se pueden aprovechar, pero con las inversiones adecuadas, concluyó un estudio de 2015 de la influyente McKinsey & Company.
Pero la falta de inversión en conexiones fuera de la matriz hace que los combustibles fósiles y la biomasa sean las principales fuentes de energía. Pero las conexiones fuera de la red pueden ofrecer energía limpia y asequible para millones de personas, mientras ayudan a reducir las emisiones de carbono y evitan la contaminación de interiores.
La creciente demanda de energía en África, y en general en los países en desarrollo, hace que sea urgente la necesidad de promover y distribuir energía más asequible y limpia. La madera, el carbón, el pasto y los desperdicios sólidos, de animales y humanos, son formas de biomasa que pueden convertirse en combustible y utilizarse como fuente de energía.

El negocios de energías limpias

La compañía de Galabuzi no es la primera en hacer briquetas, pero lo que es único, según él, es que estas son de desperdicios orgánicos y se venden a instituciones que usan leña, 80 por ciento de la cual se obtiene de Uganda.
Hay estudios que estiman que ese país corre el riesgo de perder sus bosques en 40 años si no se frena la deforestación, debido, en gran parte, al crecimiento de la población y al aumento de la demanda de tierras y energía obtenida de la leña.
“Nuestra solución garantiza a nuestros clientes 35 por ciento de reducción en el costo del combustible para cocinar, 50 por ciento en el tiempo dedicado a la cocina y, lo más importante, un ambiente sin humo para el personal”, detalló Galabuzi en diálogo con IPS.
A pesar del sol, la hidroelectricidad y el gas como fuentes de energía alternativas para cocinar, las briquetas son una opción asequible y eficiente, precisó.
Un proyecto piloto realizado en la escuela secundaria de Saint Kizito, en Kampala, y la primera en adoptar la tecnología de WEYE, reveló que logró ahorrar unos 2.500 dólares, una reducción de 50 por ciento en la cocina y mejoró la satisfacción del personal por las condiciones saludables, libres de humo y de limpieza.
“Pagamos a los agricultores y recolectores de basura por los desperdicios orgánicos y les ofrecemos otra forma de generar ingresos, mejorar la gestión de la basura y de la agricultura”, explicó.
El negocio de Galabuzi puede llegar a emplear a 40 personas en la recolección de desperdicios, clasificación, producción, comercialización, distribución y finanzas. También tiene un mercado posible de más de 30.000 instituciones en Uganda.
WEYE capacita a mujeres y jóvenes en la fabricación de briquetas y en cómo iniciar sus propias fábricas, con apoyo del estatal Fondo para Jóvenes de Uganda.
La empresa cuenta con autorización para vender briquetas de carbón y cocinas limpias en el país. El modelo de negocio se probó durante un programa de empresarios verdes de ocho semanas, a cargo del Instituto Global para el Crecimiento Verde (GGGI), de Student Energy (SE) y de Laboratorios Climáticos para Jóvenes.

Estudiantes encabezan transición hacia la energía sostenible

SE es una organización con sede en Alberta, Canadá, dedicada a incentivar a los jóvenes a acelerar la transición hacia una energía de subsistencia mediante capacitación, entrenamiento y mentorazgo.
Su interés en la energía la llevó a asociarse con el GGGI, con sede en Seúl, para promover programas para jóvenes empresarios verdes (greenpreneurs, en inglés).
El programa de SE, con 50.000 integrantes de 30 países diferentes, les da la oportunidad de traducir ideas innovadoras en energías sostenibles, agua y saneamiento, ambientes sostenibles y ciudades verdes.
SE lanzó una plataforma para promover el debate sobre la búsqueda y la implementación de soluciones innovadoras para resolver los desafíos en materia de energía y contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La otra organización con la que se asoció el SE es el «Laboratorio Climático para Jóvenes», que busca construir capacidades para que los jóvenes participen en políticas climáticas, en innovación y colaboren en la mitigación y la adaptación climática.
El SE comenzó en 2009 a instancias de unos estudiantes que trabajaban en la industria de energía de Canadá, y cada dos años organiza una cumbre internacional dedicada al futuro de la energía sostenible como plataforma para hablar de la transición energética.
La primera cumbre, ese año, reunió a 250 estudiantes de 40 países. La sexta, realizada en México en 2017, concentró a 600 estudiantes de 100 países; y la próxima, que se realizará en Londres en 2019, se prevé que atraerá a 700 jóvenes.
SE también tiene filiales en África, el Caribe, Europa, América del Norte, Oceanía, América del Sur y Asia meridional, que son como clubes de estudiantes en instituciones terciarias. De hecho, los primeros se instalaron en Gran Bretaña, Nigeria y Canadá.
 

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