Dalí, erre que erre en su presunta paranoia, insistía en que en el cuadro de Millet había algo más, un elemento perturbador, que le fascinaba. Pintó varias versiones distintas de la obra e, incluso, llegó a escribir un ensayo sobre El mito trágico del Ángelus de Millet. Y mira tú por donde que, años después, en 1963, tras un examen con rayos X de la obra, se descubrió la presencia de una pintura previa de un ataúd infantil entre los dos padres, resignados al entierro de su hijo en medio del campo, que era la costumbre con los recién nacidos no bautizados.
Jean-François Millet, pintor francés paisajista y realista de la llamada Escuela de Barbizón, advirtió que el primer motivo tan triste que había pintado no sería plato de buen gusto en la sociedad parisina de la época, así que, movido por pragmáticos intereses económicos, optó por tapar el ataúd infantil por una cesta con patatas y presentar su obra como uno de los momentos del día en que los campesinos se paraban a rezar El Ángelus. Vista la escena de esta manera tan dulce, fue todo un pelotazo comercial: le sirvió para hartarse de vender estampas de su obra y ganar bastante dinero con ello.
El que parece que jugaba con un poquito de ventaja era Dalí, pues es muy posible que conociera, a través de un descendiente de una persona muy cercana a Millet, el motivo inicial de la pintura.
Salvador Dalí nació en Figueras (Gerona) en 1904. Se le considera uno de los más importantes pintores del surrealismo. Tan surrealistas eran sus obras, como lo fue su vida. Como él mismo decía, la única diferencia entre un loco y él, es que él no estaba loco. La suya era una locura egregia, sobresaliente, llena de éxito, actividad, arte, vida y, sobre todo, mucha vista comercial. Se dice que llegó a firmar hojas en blanco por las que cobraba 2000 dólares: ¡cómo para no volverse loco!
Y también loco lo debió dejar la que fue su esposa: Gala. Musa de artistas, cuyo nombre verdadero era Elena, era 10 años mayor que él. Rusa de nacimiento, conoció a Dalí en Cadaqués, en 1929, cuando estaba casada con el poeta francés Paul Éluard, y con quien tenía una hija. Abandonó a su marido, se casó con Dalí, por lo civil, en 1932 y por lo católico, en 1958, a pesar de ser ella de religión ortodoxa. Y es que Gala, que es como prefirió llamarse desde joven, aún en Rusia, también tenía lo suyo. Más que esposa, parecía madre y empresaria de Dalí. Fue todo para él, hasta su muerte, ocurrida en 1982, que dejó al artista más huérfano que viudo.
Curiosa es la predilección de genios españoles por mujeres rusas. Es también el caso de Pablo Picasso, quien, por cierto, tuvo un affaire con Gala en 1924, uno de los tantísimos de ella, y uno de los tantísimos de él. La primera esposa de nuestro genio malagueño fue Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo. Así que, ya sabe, si aspira a convertirse en genio: ¡ponga una rusa en su vida! Lo que no sabría decirle es si le valen las de aquí, o habría de importarla de Francia, como hicieron Dalí y Picasso.
Dalí murió en 1989. Los que tenemos una edad, lo recordamos en vida: con ese bigotillo tan peculiar, a lo Velázquez, con ese “cuelgue” tan supuestamente natural…
Si de verdad estaba loco, lo fue de una manera muy cuerda.