La primera intención, es la de atrapar el tiempo entre
mis manos, cansadas de tanto herir soledades.
He notado, un golpe procedente del miedo, rondando
la noche fría, también cierto pánico al saberme
de algún modo algo indefenso.
Al retomar el camino de regreso, percibí un aroma
a sal y yodo, dada la cercanía del acantilado, en justa
unión de una suave brisa propia del atardecer…
Me propongo, agrupar las ilusiones perdidas, para
guardarlas en el antiguo baúl, depositado en la casa
vieja, que por cierto, está habilitada para mantenerlo
a buen recaudo.