Un total de 319 estudiantes ciegos o con discapacidad visual grave de Málaga regresan en estos días a las aulas junto al resto de compañeros, con la novedad de que en este curso muchos de ellos contarán con nuevas herramientas inclusivas, que facilitarán su incorporación y aprendizaje en igualdad de condiciones.
El 99,6 por ciento de este alumnado se escolariza en centros educativos ordinarios, respondiendo al principio de una enseñanza inclusiva, «que es posible gracias a su esfuerzo y la colaboración y el apoyo específico de los equipos de la ONCE y de las Administraciones educativas, que trabajan tanto con los chavales como con los centros escolares y las familias», han indicado.
Por niveles educativos, en Málaga hay en este curso 36 alumnos de Educación Infantil, 77 de Primaria, 66 de la ESO, 18 de Bachillerato, diez en Formación Profesional, 21 son universitarios y 91 cursan otras enseñanzas.
En Andalucía son 1.805 los alumnos con ceguera y discapacidad visual grave en este nuevo curso 2018/19 entre los diferentes niveles educativos: 331 escolares comienzan la Educación Infantil; 353 están escolarizados en Educación Primaria; 252 han llegado a la Educación Secundaria Obligatoria; 67 cursan Bachillerato; 87 se preparan en la Formación Profesional; 165 se enfrentan a la Universidad; y 550 están inscritos en otro tipo de enseñanzas.
La inclusión de los estudiantes con ceguera y discapacidad visual en un ámbito educativo normalizado responde a lo indicado en la legislación vigente, donde existe un único sistema en el que prevalece el derecho de cualquier alumno a recibir una atención educativa equitativa y de calidad, respetando sus necesidades específicas para posibilitar su plena inclusión educativa y social.
De ello se encargan los profesionales que componen los equipos específicos de atención educativa a personas con discapacidad visual, «formados gracias a sucesivos convenios de colaboración entre la ONCE y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía«.
Desde estos equipos se trabaja intensamente para planificar el conjunto de intervenciones que van a llevar a cabo durante todo el curso escolar con el fin de facilitar a este alumnado, su profesorado, centros y familias, los recursos humanos y materiales, así como otro tipo de apoyo que necesiten para facilitar su aprendizaje y conseguir una plena inclusión, base de su inserción laboral futura.
Tecnologías inclusivas para el aprendizaje
Para que los alumnos puedan alcanzar un rendimiento escolar pleno, es necesario que dispongan de todo el material adaptado, tales como libros de texto, apuntes o cualquier otra documentación; ya sea en braille o en cualquier otro soporte. Muchos de ellos, además, cuentan con tecnología de última generación –adaptaciones tecnológicas– facilitadas por la ONCE para seguir el curso en igualdad de condiciones.
En este sentido, de cara a este curso 2018/19, los estudiantes cuentan con nuevas herramientas de aprendizaje inclusivas, fruto de un intenso trabajo realizado por profesionales especializados en diferentes materias.
Una de ellas, por ejemplo es Braitico, el primer método oficial para aprender braille, que estará disponible en todas las aulas donde haya escolarizado algún alumno con discapacidad visual, cuyo sistema de lectoescritura sea el braille. Se trata de una herramienta desarrollada gracias al trabajo realizado por un importante número de profesores y educadores de la ONCE de toda España, bajo las directrices de la Comisión Braille Española (CBE).
De una manera «divertida, cercana y sencilla», esta nueva didáctica Braitico «favorece que los escolares ciegos que aprendan a leer y a escribir en braille lo hagan de la misma manera dentro y fuera del aula, fomentando además que el resto de sus compañeros se interesen, conozcan y familiaricen con este código».
Junto a Braitico, este curso se va a introducir también en las aulas el primer Editor Matemático Accesible Edico, desarrollado por la ONCE en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que permite convertir en tiempo real la signografía matemática estándar en braille, de tal forma que cualquier profesor puede enseñar la materia a un alumno con ceguera sin necesidad de conocer este sistema de lectoescritura.
Además, se trata de una herramienta bidireccional, ya que si el estudiante escribe en braille en su ordenador cualquier fórmula matemática y el profesor la puede visualizar en la pantalla de forma estándar. También permite la comunicación con el resto de compañeros de la misma manera gracias a la combinación de braille, voz y tinta.