El progreso de la Medicina, de la salud ha aportado -y aporta- a los seres humanos lo que no hubiéramos podido ni soñar hace menos de un siglo. Pensemos que el inicio de la anestesia ocurre a finales del siglo XIX y el primer uso de un antibiótico, la penicilina, es de 1943.
Los avances de la cirugía son casi prodigiosos, nuevas técnicas diagnósticas por imagen, trasplantes, etc., nuevos medicamentos, unido a las mejores condiciones de vida -en especial la alimentación- han hecho disminuir la mortalidad infantil a límites casi ya inmejorables y la expectativa de vida no ha parado de crecer.
Sin embargo, ese inmenso progreso no ha venido sin sus efectos secundarios. Es un autor llamado Barsky quien lo enuncia a modo de paradoja: sorprendentemente cuando la Medicina más ofrece a los seres humanos, muchos de ellos se sienten más enfermos, al tiempo que aumentan las quejan y reclamaciones contra los médicos.
Todo crecimiento tiene un punto de inflexión. No siempre más es mejor. (Fisher y Wennberg. 2003)
Menos puede ser más
En la consulta vemos dicha disociación, personas que podrían ser muy felices con el nivel de salud del que disfrutan, merodean incansablemente, presas del miedo, los servicios de salud en busca de soluciones a problemas difícilmente objetivables o cuya solución no está a la altura de sus expectativas.
En la consulta, dejando hablar a los pacientes nos está permitido adentrarnos en las causas que producen tanto sufrimiento, en tantas ocasiones tan perturbador como -cuando menos- innecesario.
Así, que el libro nace de la consulta, por eso es un homenaje a mis pacientes, al aproximadamente un cuarto de millón de consultas, de posibilidades de aprendizaje que ellos y ellas me han permitido. También a mis colegas, a mis compañeras y compañeros de trabajo y a los estudiantes de Medicina.
Junto a personas atenazadas por el miedo, también es posible ver a otras afectas de enfermedades graves – y aun terminales- que son una fuente de consuelo e inspiración para quienes les rodean
Pues bien, en 610 páginas de reflexiones, múltiples ilustraciones y algo de humor trato de resumir lo aprendido de mis pacientes y colegas en 39 años de trabajo asistencial y académico.
Trato de aportar claves para entender la sociedad (mercantilizada) en que vivimos y su influencia sobre la Medicina, su organización y su práctica cotidiana.
El libro aporta claves para una vida de autorrealización y con sentido. Dichas claves también son las mismas que nos servirán para afrontar el sufrimiento cuando sobreviene a modo de asideros existenciales.
El libro se estructura en 3 partes: 1. De la vida a la consulta. Trata de responder a la pregunta ¿qué lleva a la gente hasta las consultas médicas? 2. La vida en la consulta. Aporta claves del modo de pensar, razonar, de los médicos, del uso de la información; y 3. De la consulta a la vida, en donde se discute qué enseñanzas se pueden extraer de la práctica asistencial -del permanente contacto con el dolor y el sufrimiento- que sean de interés para todos y todas en la vida cotidiana.
En relación con la mercantilización de la vida y la medicalización de la salud; en el momento presente hay muchas industrias, muchas corporaciones, interesadas en mercantilizar nuestras vidas, en convertirnos en infelices compradores de los productos que ellos publicitan, bien sean productos industriales o relacionados con el diagnóstico, el tratamiento y últimamente de manera intensiva, con una supuesta Prevención.
Hablamos entonces del Complejo Médico-industrial. Las paraciencias están por doquier también.
En una sociedad mercantilizada la Medicina no ha escapado a esa influencia.
El complejo médico industrial precisa que reclamemos sus productos como un derecho como un derecho. Para ello trata de suscitar nuestro miedo publicitando siempre los casos más infrecuentes, aunque más llamativos y/o desfavorables. Su contribución a la generación de infelicidad es enorme.
Se manipula la ciencia, se sustituye por el marketing (el marketing ha ganado la batalla a la ciencia). De seguir así, nuestra propia medicina corre el riesgo de convertirse en una paraciencia.
La definición de Salud de la OMS ha hecho un daño irreparable, no es inocente, allana el terreno a los vendedores de remedios ilusorios. Es urgente cambiarla.
Como conclusión, se hace preciso repensar las ventajas e inconvenientes del modelo que se nos oferta -y ofertamos- generador de, sin duda, soluciones; pero también, de nuevos problemas.
Desde las reflexiones suscitadas:
El valor de la vida no se puede medir solo en años. Si así lo hiciéramos, deberíamos considerar que fue un sinsentido la vida de muchos personajes históricos que hicieron contribuciones inmensas a la humanidad. Ciertamente no fue, ni es, así.
Dentro de ese marco conceptual, se propone poner el acento en la vida, en su disfrute razonable, en su componente altruista y solidario; en una vida plena, con elevados propósitos que doten de sentido cada paso que damos. La muerte va a ocurrir; aprender a vivir tendrá como condición indispensable aprender a morir, a aceptar la propia muerte.
Se sugiere que la oferta de salud, la oferta médica ponga el acento en el fomento de la salud, en la prevención primaria, la lucha contra la contaminación, en promover ciudades saludables que favorezcan las relaciones humanas, en el fomento del humanismo, del altruismo. Y sin duda también en la tecnología y los remedios consensuados como necesarios mediante un proceso que siga el método científico y absolutamente (100%) transparente.
La felicidad siempre es posible, se trata de valorar lo que sí tenemos, de fijarnos expectativas razonables y luchar por ellas, tanto en el plano individual como colectivo.
Para los momentos más difíciles se proponen 9 faros, 9 guías, 9 asideros existenciales. Uno de ellos es el humor, del que se ha pretendido impregnar también el libro.
(Por Manuel Gálvez)
¡VIVE-Reflexiones de un médico de familia. Editorial Caligrama.