Estaba el ruiseñor descansando en una caduca rama del
legendario cedro, tratando de componer con sumo esmero,
una serenata para su linda amada.
Inicia su trino con júbilo, disfrutando sobre manera,
esperando sea bien aceptado…
Mientras tanto, su amada compañera, le muestra su
precioso plumaje sin rubor alguno, pues sabía con que
cariño se lo brindaba su joven amante.
Al terminar el cortejo, pletórico de regocijo, emprende
el vuelo para capturar con su pico, una preciosa rosa
roja, que había divisado en el camino, ofreciéndosela
para sellar de ese modo tan sublime amor!!.