El pasado día, acordé hacerle una visita, pero al llegar a
su casa, comprobé que se había ausentado hacía escaso
tiempo, pues en el aire aún perduraba tu fragancia.
Al llegar a casa, y situarme frente al espejo, este me habló
con voz susurrante-haciendo la tarea de confesor personal-
y me dijo:
Deja de alentar vaguedades, desiste del orgullo, pues no
resulta nada conveniente, para lograr una buena
relación de amistad. Debes compartir más momentos con
ella, y deja que el cielo se ciña sobre vuestras cabezas.
Recuerda siempre, que el primer beso se da con la
mirada. ¡De ello puedo dar buena fe, como buen espejo
que soy!!.