Todos los días, el intestino humano trabaja en un equilibrio afinado que asegura la retención de nutrientes esenciales mientras que previene la entrada de potenciales microbios nocivos. Contribuye a este sistema de vigilancia un grupo especializado de células inmunitarias que se contienen por razones desconocidas, aunque tienen muchas características de células activadas.
Ahora, un nuevo estudio dirigido por Marc Veldhoen, líder del grupo en el Instituto de Medicina Molecular João Lobo Antunes (iMM), en Portugal, muestra cómo estas células se mantienen bajo control. El trabajo, publicado ahora en ‘Science Immunology’, revela que las «baterías» de estas células tienen una composición diferente que reduce su capacidad de producir energía, manteniéndolas en un modo activado controlado. Este conocimiento puede dar lugar a nuevos diagnósticos y tratamientos para afecciones que afectan a la vía digestiva, como inflamaciones intestinales o infecciones.
La capa externa de nuestro cuerpo, la piel y el intestino, contiene una población especial de glóbulos blancos, llamados linfocitos intraepiteliales. En gran parte, se desconoce cómo se controla la actividad de estas células, ni totalmente activada ni en reposo. Mediante el uso de imágenes y experimentos bioquímicos, el grupo de investigación dirigido por Marc Veldhoen ha demostrado que esto se debe, al menos en parte, a las diferencias en las «baterías» de las células: las mitocondrias.
Estas estructuras productoras de energía están presentes dentro de nuestras células y regulan el poder de la célula. «Creemos que estos glóbulos blancos residentes en el intestino pueden usar la energía de una manera diferente. Fue sorprendente ver que la detección de mitocondrias dio una imagen muy diferente a la observada en otros glóbulos blancos, formando la base de una nueva hipótesis de que las mitocondrias son diferentes en estas células», explica Marc Veldhoen.
MITOCONDRIAS EN MODO DE BAJA ENERGÍA
Usando microscopía electrónica de gran aumento, los científicos observaron que las mitocondrias estaban presentes en abundancia, pero parecen ser diferentes después de la tinción para el microscopio óptico. Luego, estudiaron la funcionalidad de estas baterías. «Cuando analizamos en detalle estas estructuras, encontramos cambios en los lípidos que forman una capa que separa las mitocondrias del resto de la célula», dice Spela Konjar, primer autor conjunto del estudio, y agrega que «estos cambios hacen que las «baterías» funcionen de manera diferente, como si estuvieran en un «modo de baja energía».
Cuando el paisaje lipídico se modificó deliberadamente, los investigadores confirmaron un cambio en el potencial de activación de las células. «Nuestros resultados mostraron que los lípidos en las mitocondrias de estas células podrían alterar su estado metabólico y cambiar su actividad. Cuando los lípidos mitocondriales no podían organizarse de manera similar a los encontrados en otros glóbulos blancos, las células no podían activarse adecuadamente cuando era necesario», explica Marc Veldhoen.
Además, el investigador señala: «Este conocimiento nos permite investigar cómo podemos inhibir estas células cuando están demasiado activas y causan daños, como en las inflamaciones intestinales, o cómo podemos activarlas más en casos de infecciones intestinales. Además, la detección de las mitocondrias podría ser un marcador de diagnóstico para el estado de activación de los glóbulos blancos intestinales».
MADRID, 26 Jun. (EUROPA PRESS) –