Una buena parte de la infelicidad, deriva de una misma
fuente: no ser capaz, de estar sentado tranquilamente
a solas y en silencio en una habitación. La mayoría de
las personas, llenan sus agendas hasta los topes. Donde
termina el trabajo, empiezan las actividades de ocio, y
el resto del tiempo, se cubre con el narcótico de la TV.
Lo que busca esta hiperactividad sensorial, es mantener
la mente ocupada a cualquier precio, porque nos inquieta
encontrarnos a solas con nosotros mismos. Cuando dejamos
de bombardearla con estímulos, la mente es un espejo que
nos devuelve nuestra propia imagen, siendo posible que
no deseemos enfrentarnos a nuestros fracasos y miedos.
«Como dice el budismo, la mente es un diamante que
espera ser pulido»