Con un “Sí se puede”, coreado por los diputados de Unidos Podemos, se ha ovacionado la elección del socialista Pedro Sánchez que llega a la presidencia del gobierno español después de una moción de censura a Rajoy y con el apoyo de grupos parlamentarios muy dispares en ideas y objetivos.
Después de hoy, una buena parte de la población del estado español respira hondo y celebra que la corrupción haya terminado con el gobierno de Mariano Rajoy. Rajoy ha ejercido su presidencia nadando entre corruptos que entran y salen de la cárcel, negando la evidencia de que su partido se había convertido en una organización mafiosa; traicionando a los ‘suyos’ –a los que más le dieron- cada vez que se ha presentado la oportunidad; firmando leyes y adoptando medidas cada vez más dictadoriales en todos los sentidos; y desarrollando políticas profundamente antisociales, con recortes que han llevado a un porcentaje alto de la población a la pobreza y la precariedad, a que la sanidad pública se haya degradado como nunca imaginamos, a que la educación pública haya perdido calidad en beneficio de la privada, a poner en tela de juicio el sistema público de pensiones, etc.
Mientras, se abre una etapa complicada, desestabilizante, pero de grandes oportunidades si el nuevo presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, sabe aprovecharlas.
De dónde viene Pedro Sánchez
Sánchez, un político que parecía “plano” a muchos, cuya carrera política ha querido ser truncada por quienes han mantenido poltronas y lugares de poder dentro del Partido Socialista (los llamados ‘barones’, aquellos que llegaron a la dirección en Suresnes* y en los años siguientes), ha resultado ser mucho más inteligente de lo que –a primera vista- mostraba su discurso y la imagen que los grandes medios han ido mostrando de él.
Heredero de un Partido Socialista que traicionó la esperanza de generaciones enteras, que habían luchado por la democracia; que metió a España en la OTAN después de prometer que no lo haría; que introdujo a este país en la Unión Europea en condiciones de partida de perdedor respecto a los países del norte y el centro de Europa y cuyas consecuencias seguimos pagando; que tiene y tuvo en su haber no pocos casos de corrupción; que modificó el artículo 135 de la Constitución dando prioridad al pago de la deuda externa privada a cambio de enormes recortes que han producido muertes, sufrimiento y pobreza en cientos de miles de familias españolas… Pedro Sánchez representa internamente -solo de algún modo- a quien se ha enfrentado a esta historia y estas prácticas en un partido socialista que se olvidó de que era obrero y español, al poner como prioridad los intereses de las grandes multinacionales y el capital financiero.
Si Sánchez representa la renovación socialista vamos a verlo en los próximos tiempos. Pero ha manifestado inteligencia sobrada poniendo en marcha una acción muy oportuna. Algunas voces dudan de que haya sido él. Lo cierto es que si no lo ha sido, se ha sabido rodear de un buen equipo, lo que habla bien de él y su capacidad.
Una acción oportuna
Esa acción oportuna podemos sintetizarla de este modo:
Primero dimite como diputado –después de que los barones de su partido llevaran a cabo una acción claramente orientada a sacarlo de la secretaría general y que consiguieron por unos meses, ya que volvió a ser elegido por las bases,- alejándose con ello de las decisiones de viejas políticas de su partido, el partido que había dado la espalda a la ciudadanía y que tiene en su haber sonoros casos de corrupción también.
Después se ha dedicado a reconstruir los lazos con las bases del partido, con el apoyo de un equipo que quiere lavar la imagen del mismo.
De igual modo, no entra en provocaciones de otros partidos.
Finalmente, espera a que el Partido Popular de Mariano Rajoy caiga después de una sentencia histórica contra la corrupción, con el llamado Caso Gürtel (financiación ilegal del Partido Popular), y entonces plantea rápidamente una moción de censura a Rajoy, quien se ha visto hoy obligado a abandonar la presidencia del gobierno.
En síntesis, no se opone a la gran fuerza que representaba la imagen de su partido en la calle y al mismo aparato de poder que venía de lejos dentro de sus propias filas. Deja que todo caiga mientras va construyendo su espacio, buscando apoyos, recomponiendo la esperanza de buena parte de la militancia socialista, para avanzar en horas, en muy pocos días, con resolución hacia la consecución de su objetivo.
Eso sí, ha conseguido llegar a la presidencia del Gobierno, generando una unión entre los que no querían a Rajoy; no ha sido para muchos -que le han apoyado- un sí a su figura sino un no al gobierno popular. Y esto es un hándicap para su gestión.
Dificultades y oportunidades
Las mismas dificultades, que tiene, se pueden convertir en oportunidades para hacer una política de cara a la gente y de espalda a poderes de distinto tipo.
Los mismos apoyos que ha recibido para poder llegar a la presidencia hablan de transversalidad (ha sido apoyado por partidos abiertamente antimonárquicos e independentistas –como Esquerra Republicana de Cataluña, conservadores -como parte de los nacionalistas catalanes y vascos-, de izquierdas –como Podemos, Izquierda Unida, Compromís… o formaciones de nuevo cuño como En Comú Podem o las Mareas, entre otros). La nueva política en distintos lugares habla de superar la clásica derecha e izquierda. No sabemos si desde su planteamiento ideológico será capaz de hacer esto, pero la oportunidad está.
Esto le pone en una situación de tener que ser inclusivo con distintas posiciones y sensibilidades, signo también de nuevos tiempos
Necesariamente, en este momento, ha de utilizar el diálogo y olvidarse de cargas policiales, judialización de la vida pública, presos políticos, y la criminalización de posiciones políticas diferentes a la propia.
Pensar en abrirse a cuestionar la Constitución del 78, hija de la dictadura de Franco y garante de privilegios para cierta clase política y económica de este país, y el tipo de estado que los españoles quieran darse a sí mismos… tal vez, sea demasiado, pero esto está pendiente, es urgente y Pedro Sánchez tiene la posibilidad de ir en esa dirección.
Lo que haga en los próximos tiempos, abrirá o no su futuro y el futuro de este pueblo (suma de pueblos), que tan necesitado está de democracia y derechos sociales/humanos. ¡El tiempo dirá!
* El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el partido de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, cambió su rumbo hacia la socialdemocracia en el histórico Congreso de Suresnes (1974), en el que sale elegido Felipe González (alias Isidoro) como Secretario General, y al que asistieron como garantes del proceso Willy Brandt y François Miterrand.