José Manuel Gómez Mira es un gran poeta, al menos para mi, que llevó aproximadamente tres años leyendo sus poemas.
He contemplado su evolución durante los aproximadamente tres años que he tenido el honor de poder leer sus poemas.
Os dejo unas palabras suyas de presentación:
“Soy José Manuel Gómez Mira. Nací en Santiago de Compostela hace 55 años, pero resido en Padrón, la tierra de Rosalía de Castro, y como ella soy bilingüe.

He residido en Asturias, Euskadi, Castilla y León, Andalucía, y Cataluña. Me considero un afortunado por haber conocido tantas facetas distintas de este nuestro país, me ha hecho comprender lo distintos e iguales que somos y el respeto a todas las culturas.
He sido un nómada, aunque desde hace unos años me he estabilizado en mi pueblo. Me siento profundamente padronés y gallego.
Diplomado en Geografía e Historia, aunque mi trabajo nunca ha estado relacionado con la carrera que estudié.
Mi primer poema lo escribí con 15 años, pero no volví a redactar nada hasta los 50, cuando sentí la necesidad interior de contar situaciones vivenciales.
Comencé escribiendo en prosa, pero es la poesía la que me nace con toda la intensidad.
Poco mas puedo contar. Mi vida es tranquila, en el campo, caminando, respirando, viviendo como un aldeano. Feliz de así vivir”
Estas palabras las cogí de la biografía que utilicé para anteceder sus poemas en el Libro solidario “Universo de esperanza, libro de esperanza” y me transmiten quietud y calma y me traen hermosos recuerdos de los años que viajaba y disfrutaba de lugares como los que nos describe y en los que vive.
Es un poeta que transmite en sus poema sus vivencias interiores, sus reencuentros con su ser, su manera de envolverse en la naturaleza mientras nos muestra desde la luz de sus ancestros hasta el despertar de la vida arraigada a la Madre Tierra
La palabra AMOR tan hermosa la utiliza en la globalidad de ese compendio de momentos, personas, cosas que comprende. Pocas personas saben, o tal vez nadie sabemos realmente todo lo que concierne a esta hermosa palabra.
Son hermosos y reflexivos sus poemas, nos deja el libre albedrío de sentir como y que mientras los leemos.
En cualquier momento es una amena lectura, pero si aconsejo, leerlos con calma y releerlos, sentados frente a la chimenea, en nuestro lugar preferido de lectura.
Si me preguntarán a mi,  en que lugar elegiría para leerlo, mi respuesta es muy simple. Perdida en la profundidad del más inmenso bosque que pudiera encontrar, donde nada más que la vida, pudiera privarme de la paz mientras leo o si no en un pequeña cala desconocida para el gentío que normalmente encuentras en las playas o incluso en un hermoso acantilado donde acabar la lectura con la mirada perdida en el horizonte.
Y después de este paréntesis volvemos a sus versos. Que mejor que uno de los poemas que contiene este “canto a la vida”
MUJER
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Edúcame, mujer,
en la experiencia de tus fuegos,
vierte sobre mis labios el calor
de tus aguas de Abril en oleadas,
grita con los dientes apretados
tu furor y fiebre generosos
de hembra sin cadenas.
Sumérgete, mujer,
en el temblor de mi alimento,
transformando tu boca en una Luna
de mis venas plenas llena,
nútrete con mis aullidos inundando
el vergel de tu garganta.
Entrégate, mujer,
arañando con tus uñas mi poder,
vulnérame sin temor de vulnerarme,
escribe tu relato inconfesable
en mis huesos aturdidos
al contacto de tus huellas.
Rebélate mujer,
en nuestra voluntad de los Cantares
repletos en tu pecho con la miel
resbalando salvaje por tus senos
de gacela que cazador persigo
acuciado por entre los olivos.
Tiéndete, mujer,
sobre mis prados de verano,
libre tu cabello hacia mi pecho,
canoso en el ardor que me transfiere
tu candor de amapola desposada,
entrégame tu vientre
y mírame a los ojos floreciendo
cuando rompas tus barreras.
entregada a los indicios de los tiempos,
al inicio que fecunde en el azar
con nuestro pulso encabritado
el impulso del azahar en nuestras lenguas.
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Y me niego a mi misma a cerrar esta reseña sin un último poema que transciende los sentidos.
Entregas
Dadme un libro
que me envuelva
en una maraña
de árboles inquietos,
entre mis mañanas
de sol y de hielo.
Dadme ese libro
para alcanzar a leerla
porque ella es piedra
y yo
he de aprender a ser agua
para horadar con la ternura
su dureza.
Y si por mi fuera os dejaría plasmados todos, mejor leedlos y os dejo unas palabras que deja en la contraportada.
“Ahora me encuentro en una tesitura… ¿Cómo explicaros lo que sentí al redactar estos versos? ¿Debo ponerle condicionales a lo que vais a leer?
 
Prefiero no hacerlo, prefiero que entréis sin ninguna intención en estas páginas, y que seáis vosotros mismos quienes extraigáis vuestras propias conclusiones”
Gracias por acercaros a mis palabras. Me alegra que así sea.
Y no pude privarme de dejar en mi voz tus versos.

clickea para escuchar el poema.

Gracias querido amigo por ser y estar siempre conmigo.
Marijose